Reforma profunda del sistema político

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PESIMISMO ILUSTRADO/ Jorge Rocha

Indudablemente hay tres temas de campaña que han acaparado la atención de los ciudadanos por su gravedad y urgencia: Inseguridad pública, corrupción y; pobreza y desigualdad. Sobre estos asuntos han girado la mayor parte de las propuestas y ocurrencias de los candidatos a puestos de elección popular, pero hay otros asuntos que también resultan estratégicos para la vida nacional y que muy poco se han discutido a lo largo de estas tortuosas campañas.

Uno de ellos es la transformación del sistema político. Es evidente que en México tenemos un régimen que ya no funciona, que tiene muchísimos problemas, que no resuelve nada y que ha generado el nacimiento de una clase política que cada vez más se aleja de las necesidades sociales.

Es muy común que la ciudadanía esté a disgusto con los partidos políticos, no encuentra la razón de ser de los diputados, ahora mismo ya experimenta un profundo hartazgo de las campañas electorales, el poder judicial le parece un hoyo negro del cual no sabe prácticamente nada, asume que la clase política le hace promesas en campaña que seguramente no cumplirá y piensa que el aceite que lubrica el sistema político mexicano es la corrupción. Es cierto que no todos los políticos ni todos los gobiernos incurren en estas prácticas indeseables, pero hay una experiencia vivida en los ciudadanos que refuerzan estas percepciones.

Cada vez que hay un proceso de crisis del sistema político en un país, una de las soluciones que históricamente se implementan en la elaboración de una nueva constitución. Que implica cambiar de tajo las reglas del régimen político, es decir, los procedimientos con los cuales se accede al poder y se transforman por otros.

Para el caso de México hay cinco asuntos que deberían retomarse para lograr una auténtica transformación del sistema político, a saber:

  1. Restructuración de los partidos políticos. Ahora mismo los partidos en México no tienen un centro ideológico claro, se reproducen a través de clientelas políticas, no tienen democracia interna en sus procesos de selección, son demasiado costosos para el erario público, hacen alianzas electorales con demasiado pragmatismo político y su principal objetivo es la reproducción de su propio poder e influencia. Todas estas prácticas deberían de corregirse para contar con partidos que realmente representen a los ciudadanos.
  2. Reforma en el sistema electoral. Las campañas son muy costosas, no generan ningún aprendizaje cívico, no contribuyen a un debate constructivo sobre las principales agendas del país, generan aversión en los ciudadanos, promueven la división social y no fortalecen a la democracia. Después de este modelo de campañas y de comunicación política, queda muy claro que es necesario bajar sustantivamente los costos de las campañas, disminuir su duración y contar con sanciones muy claras y fuertes para evitar que estas prácticas continúen.
  3. Establecimiento de un verdadero equilibrio y contra peso de los poderes. En México tenemos un “súper poder ejecutivo”, un poder legislativo que a veces funciona y otras veces no; y tenemos un poder judicial subordinado al ejecutivo y profundamente alejado de la ciudadanía. Es necesario crear un nuevo andamiaje institucional que permita un sano equilibrio de poderes y donde las funciones de control de unos sobre otros sean muy claras y efectivas.
  4. Fortalecimiento de los gobiernos locales. El nivel de gobierno que tiene el contacto más cercano y cotidiano con los ciudadanos son los municipios, pero paradójicamente son el nivel de gobierno con mayor precariedad presupuestal y mayor debilidad institucional. En muchas partes del país los ayuntamientos están rebasados por los problemas que los aquejan y no son pocas las ocasiones donde sólo administran los problemas y las desgracias. Un asunto nodal para una reforma política en el país es repensar el modelo de municipio que tenemos, sus atribuciones, sus capacidades y la manera como se organizan.
  5. Fortalecimiento de la participación ciudadana. Uno de los asuntos nodales que se requiere fortalecer para que el sistema político mexicano funcione mejor es profundizar y fortalecer el papel de la sociedad en la toma de decisiones públicas. Mientras que no se incremente las capacidades de los ciudadanos para exigir, demandar y decidir sobre la vida pública, es muy posible que sigamos con una democracia precaria. Hay reformas en torno a este asunto, pero en algunos casos son cosméticas o simplemente se incurrió en la simulación. Es fundamental reforzar la participación ciudadana.

Seguramente existe una agenda de reformas del sistema política más amplia, pero las cinco que se mencionaron me parecen fundamentales.

Profesor investigador del ITESO

@aagsevilla

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