LA MÉNDIGA OLIGARQUÍA/Esteban Garaiz
Lo que ocurra a la Iglesia Católica y a su alta jerarquía innegablemente incidirá en la vida nacional mexicana. El último censo nos indica que, aunque el catolicismo ha venido sufriendo un acelerado deterioro en el país, todavía un 84 por ciento de los mexicanos se asumen como católicos. Ningún grupo en México, de ninguna índole, tiene una mayoría tan notoria.
Así que la reciente y sorpresiva renuncia de Joseph Ratzinger, Benedictus XVI, al papado afecta la vida nacional en varios modos.
Uno de los temas cruciales de toda la Iglesia Católica en el mundo es a todas luces el de la pederastia. En Boston y Los Ángeles, en Irlanda, Bélgica, Holanda, Italia y otros; pero de manera significada el caso de Marcial Maciel, que fue primero ocultado por el propio Joseph Ratzinger, pero, ya en el papado, recluido “a oración y penitencia”
Pero no puede dejar de tomarse en cuenta que Maciel era mexicano, de esta región Occidente, y que sus primeras víctimas eran precisamente niños jaliscienses, michoacanos y guanajuatenses (le gustaban güeritos) entregados piadosamente por sus padres y madres de la manera más confiada.
En todo caso, el escándalo mundial de la pederastia ha cimbrado los cimientos mismos de la estructura jerárquica católica. Tanto que ha obligado a replantear el asunto del celibato sacerdotal, que no es ningún mandamiento ni dogma, ni imperativo teológico.
El otro gran tema interno de la Iglesia, pero de gran impacto social en la vida nacional (y de otras naciones) es el relativo al Concilio Vaticano Segundo y, en el caso de la América Latina, la opción preferencial por los pobres.
Queda claro, y es ya historia, que los dos últimos papados, el de Juan Pablo Segundo y el de Benedicto XVI, le dieron la espalda a los valores cristianos conciliares planteados para las nuevas circunstancias sociales; y algunas no tan nuevas, como la anticristiana desigualdad social heredada del régimen colonial de las potencias ibéricas.
La expectación es ahora sobre quién será el sucesor que marque los nuevos rumbos a la iglesia como institución influyente; no sólo corresponde a los miembros católicos sino a toda la colectividad nacional.
No se puede olvidar que fue precisamente el registro parroquial de los sacramentos (no había registro civil) el que marcaba de manera vitalicia la anticristiana discriminación por castas a todos los fieles, que teológicamente eran hijos de Dios sin distinción. Durante los 300 años del régimen colonial. La huella quedó.
P.D. Fue el mayordomo. Benedicto hizo saber la verdadera razón de su renuncia: las rivalidades despiadadas de la curia, comprobadas con los documentos del Vatileaks. El ex-mayordomo Gabriele puede dormir con la conciencia tranquila.
@egaraiz