¿Quién le encargó a Juan Guaidó que se encargara de la presidencia de Venezuela?

DIVISADERO/Eduardo González

Y cuando suponíamos que los aires golpistas se habían apartado de América Latina, apareció Juan Guaidó con el apoyo de Donald Trump y la cargada de gobiernos matraqueros en busca de algunas migajas petroleras una vez consumado el golpe de Estado contra Nicolás Maduro.

Estoy cierto que el presidente Maduro, es la mayor desgracia que le pudo suceder al chavismo. Un funcionario impresentable.

Su incapacidad para gobernar, sus prácticas represoras, el ejercicio del poder desde una óptica patrimonialista, su débil disposición para establecer un gobierno democrático; aunado a la caída de la renta nacional a consecuencia del desplome de los precios internacionales del petróleo y de la caída en el nivel de producción de Petróleos de Venezuela (PDVSA) 1.4 millones de barriles diarios, así como a la presión política, económica y militar desde Washington, ha ocasionado la mayor crisis política y social en Venezuela desde los días del caracazo (27 de febrero-8 de marzo de 1989), cuando se sucedieron protestas callejeras a consecuencia de las medidas económicas anunciadas por el presidente, Carlos Andrés Pérez.

Al paso del tiempo, la actual situación venezolana se ha agravado por lo difícil que resulta el acceso a los alimentos y las medicinas, por la sangría migratoria hacia Colombia, por los altos índices de inflación y devaluación, por el incremento de la violencia y la inseguridad, por la fuerte represión contra la oposición desde el gobierno, y el inicio del segundo mandato de Nicolás Maduro a partir del pasado 10

de enero, producto de unos comicios altamente cuestionados por prácticas fraudulentas.

Todo eso es una cosa, pero muy otra, que se quiera resolver la problemática de Venezuela mediante un golpe de Estado con el beneplácito de la Casa Blanca.

La autoproclamación banquetera del líder de la Asamblea Nacional, controlada por la oposición, Juan Guaidó, como “presidente encargado”, para asumir “formalmente” las funciones del Ejecutivo y establecer un gobierno de transición que llame a elecciones libres, carece de legalidad.

Lo que sí contiene, son elementos discursivos similares a los lanzados por los gobiernos de Estados Unidos a lo largo de los siglos XIX, XX y XXI para justificar su intervención militar en muchos países latinoamericanos.

Frente a la compleja situación en el país sudamericano las posiciones de las naciones se han dividido en cuatro bandos fundamentalmente, a saber: quienes apoyan el golpismo de la oposición encabezados por Estados Unidos, y detrás de ellos muchas naciones latinoamericanas, entre ellas Brasil, Colombia y Argentina, quienes manifestaron su apoyo a Nicolás Maduro como Rusia, China e Irán.

El tercer grupo se conforma por México y Uruguay, cuya propuesta es la no intervención y la resolución pacífica del conflicto mediante la instauración de una mesa de diálogo entre los actores enfrentados.

Finalmente, la Unión Europea se decanta por llamar a nuevas elecciones. Casi de manera inmediata, Nicolás Maduro aceptó la propuesta de México y Uruguay.

De todas las voces presentes en la crisis venezolana, estoy cierto que las más coherentes, serias y respetuosas de la integridad de la nación venezolana han sido las de los gobiernos mexicanos y uruguayos.

A la luz de los acontecimientos, queda claro quién le encargó a Juan Guaidó que se encargara de la presidencia de Venezuela: el gobierno de Estados Unidos.

Profesor investigador del Tec deMonterrey

@contodoytriques

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