PUNTO CRÍTICO/Gabriel Torres Espinoza
En su visita a Jalisco, López Obrador destacó el tema de las obras inconclusas de la Línea 3 del Tren Ligero.
Cuando se proyectó, se dijo que costaría 17 mil 692 millones de pesos. No obstante, el costo final de la Línea 3 será de 34 mil 086 millones de pesos. El doble de lo inicialmente estimado y licitado.
El Presidente refrendó que los recursos necesarios para terminarla (3,500 millones de pesos más) serán autorizados para que antes de diciembre quede concluida y funcional la tercera línea del Tren Ligero.
Conviene destacar que en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2019, sólo se le destinaron mil millones de pesos. ¿Cómo se llegó a que esta obra costara el doble del valor presupuestado, el doble del tiempo estimado y con defectos graves (los neoprenos) en su ejecución?
La 4ta Transformación del Presidente, y la Refundación del Gobernador, deben comprometerse a erradicar el paradigma de ejecución de la obra pública: 1) La obra mal hecha. Es al gobierno a quien se le vende deliberadamente ‘caro y malo’, sin ninguna consecuencia.
Ocurre debido a que las comisiones que reciben los funcionarios no les permiten exigir calidad en la ejecución de las obras, de las cuales llevan el conocido ‘moche’.
2) Obras a sobreprecio. Las obras pueden llegar a costar el doble de lo proyectado, sin mayor consecuencia.
De forma que las licitaciones, cuando existen, no tiene razón de ser; pues el ganador -por precio- de una licitación, puede incluso duplicar el precio final de la obra, sin ninguna responsabilidad o sanción.
Esto constituye una trampa para la licitación, pues los precios contratados, nunca son, los precios finalmente pagados.
El caso de la Línea 3 del tren ligero es un elocuente ejemplo de un diferencia radical entre lo proyectado y lo finalmente invertido. 3) Invariablemente, las obras contratadas por el gobierno, son entregadas a destiempo.
Se llegan a extender el doble o el triple del tiempo estimado, causan molestias a la sociedad, enormes daños a los comercios establecidos y absolutamente nadie responde por los tiempos extendidos, que causan cientos de millones de pesos en daños y perjuicios.
Los contratos de obra deben ser rigurosos con los tiempos de ejecución, y estrictos con la penalización a aplicar por demoras y daños a terceros.
La línea 3 del tren ligero debe concluirse, obvio. Pero también debe investigarse y castigarse a los responsables de llevar al doble el costo de esta obra -de 17 mil millones a 34 mil millones-, hasta hoy sin ninguna responsabilidad.
Este caso parece un barril sin fondo: con el costo de dos líneas, se hará sólo una; que es defectuosa, terriblemente demorada (siguen sin saber exactamente cuándo podría estar terminada), y que será un ejemplo elocuente de la impunidad y la red de corrupción en la ejecución de la obra pública en México.