Renovarse o morir

iñiguezTRIBUNA/César Iñiguez

Algunas veces, usted se habrá preguntado ¿por qué la mayoría de la gente se empeña en hacer cosas que de antemano sabe que no funcionan?

De manera ilógica e inexplicable algunas personas insisten una y otra vez haciendo lo mismo obteniendo los mismos y malos resultados; a veces es complejo poder distinguir entre la necedad y la perseverancia; la clave entre ambas, sin duda son las consecuencias; si los frutos de las acciones son a la baja, seguro se trata de una ofuscada necedad.

La renovación es ser una forma de sobrevivencia, no es un argumento estético o retórico, sino que es una condición para poder sostener la vida y evitar desaparecer; se da incluso en la naturaleza y en la vida animal; muchas especies de aves cambian sus plumajes, sus garras y picos; en procesos dolorosos y con grandes sacrificios con el fin de seguir viviendo.

La naturaleza y la física nos han enseñado los ciclos, nada dura para siempre, todo es un constante cambio y renovación; siempre, al final de los ciclos, viene un punto de quiebre que le da entrada a un nuevo principio que inicia con vigor, y que este a su vez llegará a su final; así son los ciclos, es algo inevitable y necesario.

Materializando todo lo descrito en política, particularmente en Jalisco, hay factores que se deben atender para poder interpretar la realidad; los partidos otrora hegemónicos y tradicionales han ido a la baja, y la causa aparentemente compleja pudiera resumirse en algunos factores; abuso y alejamiento de las demandas ciudadanas.

La gente está cada vez más hastiada de los excesos, abusos y corruptelas de la clase política, de todos los partidos; hubo un momento, donde parecía que la clase gobernante andaba por una autopista, pensando que todo mundo iba igual que ellos, cuando la gente lo hacía por veredas sinuosas y accidentadas.

Hoy, algunos años después del rechazo social a estos atropellos, pareciera que su solución es bajarse el sueldo, alardear austeridad y hacer cambios únicamente estéticos y superficiales; muchos siguen sin entender que la dinámica ya cambió.

Lo que ocurre en muchas partes del mundo es que en política, el tiempo es de los jóvenes, no de edad, sino de actitud; parece un discurso trillado, pero tiene mucho sentido; los jóvenes son observadores y están en constante cambio, se adaptan, se saben comunicar, se hacen llegar de herramientas para resolver eficientemente y con energía los problemas; usan la tecnología a su favor y están interactuando constantemente con su entorno.

La gente vieja se resiste al cambio, observa y lucha constantemente para hacer prevalecer sus ideas y se aferra a imponerlas; son ciegos y sordos a su alrededor.

Por supuesto que con esto me refiero a las formas anacrónicas de hacer política, no de las tradiciones, que por el contrario, se deben mantener como una gran riqueza; pero la gran diferencia son las formas en cómo sostenerlas.

Pondré un ejemplo muy sencillo, la doctrina partidista; el simple hecho de escuchar estas palabras representaría cansancio, vejez y anacronía; nadie que gobierna hoy lo hace por sus principios de doctrina, al elector le importa poco cuando en la práctica, eso no resuelve sus problemas cotidianos.

Hay ejemplos claros.

Enrique Alfaro dice que no cree en los partidos, por lo tanto no tiene doctrina, pero sí se sostiene de uno para acceder a los espacios de poder; AMLO ganó una elección entorno a su persona, la gente no conoce su plataforma ideológica y mucho menos los postulados de su partido; Kumamoto, aunque no logró espacios de poder y representación, sostuvo su campaña en torno a sí pretendiendo impulsar en torno a su figura a los demás integrantes de Wikipolítica, de igual forma sin doctrina y plataforma ideológica visible.

Lo mismo pasa en otras partes del mundo, donde el discurso antisistema ha ganado sobre los partidos tradicionales e ideológicamente definidos.

La gran diferencia ha sido la adaptación; los partidos tradicionales no han podido cambiar sus formas, sus dinámicas y eso los ha llevado al fracaso.

Muchos han sido incapaces de entender que la fortaleza de su doctrina hoy es una herramienta inexplotable, un accesorio que únicamente sirve de adorno, porque no han sido capaces de conjugar esto con sus acciones.

Algunos por ignorancia, otros más de manera deliberada por sostener sus migajas de poder, pero invariablemente, el resultado ha sido el mismo.

El comunicar la doctrina y hacer política con las formas como lo han hecho hasta hoy, no será sino el preámbulo de su desaparición.

Si se entiende esa realidad, seguramente podrán tomar acciones contundentes para reivindicarse, reinventarse en sus formas y poder ser nuevamente una opción real ante los electores.

Asesor del PAN en el Congreso de Jalisco

@CesarIniguezG

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