Las ausencias de Biden y las elecciones de medio término

DIVISADERO

Eduardo González Velázquez

 

El 8 de noviembre está cada vez más cerca. Se mueve a una velocidad parecida a la observada en la caída de popularidad del presidente, Joe Biden. Casi nada parece detenerla, apenas llega al 40%.

Los focos rojos siguen encendidos en el partido Demócrata. Pareciera que todo lo que hace el jefe de la Casa Blanca le perjudica, pero también lo que no hace. Sin duda, vive el síndrome muy mexicano del cohetero.

Si echamos un vistazo a los promedios históricos sobre las pérdidas electorales de medio término que ha sufrido el partido en el poder, podemos ver que, desde la Segunda Guerra Mundial, el partido que ocupa la Casa Blanca ha perdido en promedio 26 escaños en la Cámara Baja y cuatro lugares en el Senado.

Solo en dos elecciones el partido de la casa presidencial ha ganado escaños, aunque hay varias en las que las pérdidas han sido mínimas o inexistentes. Al final del día, desde luego, esto solo refleja lo sucedió y no lo que necesariamente pasará en la próxima cita en las urnas.

Más allá del pasado, la preocupación presente para los demócratas sigue siendo que la presidencia de Joe Biden casi no ofrece noticias alentadoras, y, además, se encuentran atrapados por la paralización de proyectos en los cuales es necesario los votos republicanos que no han podido conseguir.

Los números mágicos para el 8 de noviembre son: 7 escaños en la Cámara de Representantes y 1 en el Senado, la pérdida de esos lugares significaría para los demócratas perder el control de ambas Cámaras. 7 y 1 no parecen números lejanos a las posibilidades republicanas, en cambio, lo que sí se mira lejano es que Biden pueda incrementar su popularidad en los siguientes meses.

Ni la baja en el desempleo y el crecimiento de los salarios se miran como sus aliados a consecuencia de la inflación que no parece encontrar freno.

De cara a esta realidad, pareciera que la salvación de los demócratas se encuentra en un tropiezo republicano.

Por si esto no fuera suficiente, la ausencia física de Joe Biden en la capital estadunidense ha comenzado a inquietar a los círculos de poder. Desde enero de 2021, Biden ha pasado solo 12 fines de semana en Washington; 31 en Delaware y 16 en Campo David.

Se le mira poco en las calles y banquetas de la ciudad. Prácticamente no ha organizado cenas de Estado. Incluso, el fin de semana pasado no asistió a la Gridiron Dinner de la organización periodística fundada en 1885, donde el presidente suele tener intercambios amables con la prensa.

Todos los jefes de la Oficina Oval desde Benjamin Harrison han asistido al evento al menos una vez.

Ora el covid19, ora la edad del mandatario, ora su gusto por recargar pilas en Wilmington; ora la elevada inflación; ora el conflicto bélico en Ucrania; todo ello, no parece por ahora ayudar a su partido a salir avante el próximo 8 de noviembre.

Frente a ese escenario, no estaría de más preguntarnos si a Joe Biden le interesa sobremanera que los demócratas triunfen en las elecciones intermedias.

Al tiempo.

Profesor de la carrera de Relaciones Internacionales. Tec de Monterrey.
@contodoytriques

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