Chile espera recuperar el moái del Museo Británico

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El ministro chileno de Bienes Nacionales, Felipe Ward, se reunió el miércoles con el director del Museo de Historia Natural de Londres para reclamar otra pieza, los restos de un mamífero de la Patagonia llamado milodón, extinto hace unos 10.000 años.

“El milodón será una campaña difícil”, reconoce. “Existe una mejor opción para el moái” de la Isla de Pascua, agrega esbozando una sonrisa.

Una delegación formada por Ward y representantes de esa isla polinesia situada a unos 3.700 km del Chile continental se reunieron con responsables del British Museum el martes para respaldar su petición de devolución del Hoa Hakananai’a.

Como resultado toma forma la opción de un préstamo, a largo plazo o incluso permanente.

“Museos en Inglaterra que se rigen por la misma ley que el Museo Británico han utilizado la figura del préstamo permanente” con países como Etiopía, afirma Ward.

“Es una opción real”, agrega, precisando que tal decisión solo precisaría el acuerdo de las autoridades del museo, una entidad pública pero independiente del gobierno, a diferencia de una “entrega total” que podría requerir una modificación legal por el parlamento británico.

Los indígenas rapanuis están convencidos de que tienen la ley de su parte: tratados internacionales establecen “el derecho de los pueblos originarios de administrar su patrimonio”, afirma José Rapu, miembro de la Comisión de Desarrollo de la Isla de Pascua (CODEIPA).

“Hoa Hakananai’a es nuestro”, agrega Anakena Manutomatoma, otra comisionada.

Pero “vamos a explorar hasta el final la opción diplomática”, dice con optimismo Ward.

Ya está prevista una segunda reunión en el primer trimestre del próximo año en Rapa Nui, nombre originario de la isla.

“Para cuidarnos nuevamente”
Tallado en una roca de basalto de 2,4 metros de alto y 4 toneladas de peso, el Hoa Hakananai’a encierra según la tradición rapanui el espíritu de un ancestro que llevó la paz a la isla unificando a todos los clanes rivales.

Fue sacado en 1868 de Rapa Nui por el buque inglés “Topaze”, a cargo del comandante Richard Powell, que lo regaló a la reina Victoria, quien lo entregó al British Museum.

Así, ocho generaciones de rapanuis nunca han visto a su “ancestro”, afirman.

“Lo que a nosotros nos importa hoy día, y nos ha costado entender pero lo entendemos después de años de trabajo, es que lo más importante es que el moái vuelva a la isla independientemente de las condiciones”, dice Poky Tane Haoa Hey, también miembro de la CODEIPA.

“El préstamo que está ofreciendo el museo británico, yo creo que hay que aceptarlo”, agrega Carlos Edmunds, presidente del consejo de ancianos de Rapa Nui, dando a entender que el moái podría acabar quedándose para siempre: “Creo que estando en la isla cambiaría la situación del préstamo”.

¿Pero porqué el Museo Británico devolvería esta obra cuando tantos países de todo el mundo le reclaman sus tesoros culturales?

“A diferencia del resto de las culturas que están solicitando piezas, esta es una cultura viva que no está solicitando de vuelta una pieza, están solicitando de vuelta a una persona que forma parte de sus ancestros”, defiende Ward.

“Es mucho más que una estatua de piedra y eso creo que lo han comprendido bien los ingleses”, agrega.

Otros museos del planeta tienen algunos de los más de 900 moáis que se tallaron en la isla aproximadamente entre el siglo VI y XVII. Por ahora “estamos enfocados en este”, dice el ministro, ya “se verá” si se reclaman más.

Cuando el martes vieron por primera vez al Hoa Hakananai’a, los rapanuis le hicieron ofrendas: una piedra de la casa en que vivía, dos cuencos de la tierra roja y blanca con las que su cuerpo estaba originalmente pintado y unos ojos confeccionados con coral y roca negra que le deben transmitir el espíritu del ancestro al que encarna.

“Los ojos no los dejamos, nos los llevamos para que él nos siga”, dice la gobernadora de la isla, Tarita Alarcón Rapu.

No saben cuánto tardará la negociación en llegar a buen puerto pero afirman haber visto en sueños que el moái regresará.

“Pase lo que pase, volverá”, afirma Manutomatoma, “un día estará parado en Orongo, mirando a su pueblo para cuidarnos nuevamente”.

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