El Papa compara la huída de María y José a los millones que cada día «se ven obligados a marchar»

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ROMA, 24 Dic. (EUROPA PRESS) – El Papa ha pedido reconocer en la huída de María y José a los millones de personas que cada día «se ven obligados a marchar», durante la homilía de la celebración de la Misa del Gallo en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el primero de los ritos litúrgicos de la que es su quinta Navidad como Pontíce.

Además, a recalcado que la Navidad es el tiempo para transformar «la fuerza del miedo en fuerza de la caridad». Francisco ha recordado cómo ellos van también «cargados» con las incertidumbres y peligros propios que deben afrontar los que «se ven obligadas a marchar».

«Vemos las huellas de millones de personas que no eligen irse, sino que son obligados a separarse de los suyos, que son expulsados de su tierra», ha subrayado.

El Papa ha recordado que Dios nació en medio «de la oscuridad de una ciudad, que no tiene ni espacio ni lugar para el forastero que viene de lejos».

Ante esta actitud, ha reclamado «nuevas formas de relación» en las que «nadie tenga que sentir que en esta tierra no tiene lugar».

Así, ha señalado que en Belén «se generó una pequeña apertura para aquellos que han perdido su tierra, su patria, sus sueños; incluso para aquellos que han sucumbido a la asxia que produce una vida encerrada». Porque allí se ha encendido «la chispa revolucionaria de la ternura de Dios».

«Navidad es tiempo para transformar la fuerza del miedo en fuerza de la caridad, en fuerza para una nueva imaginación de la caridad.

La caridad que no se conforma, ni naturaliza la injusticia, sino que se anima, en medio de tensiones y conictos, a ser casa del pan, tierra de hospitalidad», ha manifestado durante la Misa de Nochebuena, que conmemora para los católicos el nacimiento de Jesús.

En su homilía, ha reivindicado a los que hoy en día sobreviven a los «Herodes de turno» que, para imponer su poder y acrecentar sus riquezas, «no tienen ningún problema en cobrar sangre inocente».

Para el Papa, Dios está presente en «en el visitante indiscreto tantas veces irreconocible», que camina por las ciudades, barrios, viajando en los metros, golpeando las puertas.

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