Principio sin primero

CAVILANDO ANDO/Alfonso García Sevilla

«Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo»
-Evelyn Beatrice Hall

Sin duda, el logro más grande de la tercera transformación que ha vivido el pueblo mexicano es la Constitución Política de 1917, primera en su tipo, que abandera un Estado social de derecho, donde las entonces garantías, hoy derechos humanos, son la razón de la existencia de los gobiernos, mismos que no han respondido al mandato constitucional.

La actual administración federal, encabezada por Andrés Manuel López Obrador no se distingue de las anteriores en este sentido, no existe la voluntad del mandatario por llevar a cabo una “Cuarta Transformación” más allá del pretencioso término que ha demostrado solo ser la marca del culto a la personalidad del tabasqueño.

Para muestra un botón que refleja la mercería entera, el artículo primero de la Carta magna expresa:

“Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley. (…) Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.”

¿No debe ser el primer mandatario el que llame a la armonía, a la no discriminación, a la unidad del pueblo mexicano? ¿No debería él buscar el bienestar de todos sus connacionales?

Lamentable resulta su conducta, sus diarias provocaciones y descalificaciones a sectores de la sociedad, a medios de comunicación, académicos, empresarios, políticos y a todo aquel que, a pesar de tener argumentos y cifras contundentes, se atreva a hacer crítica de sus acciones de gobierno.

De tal manera el tabasqueño se ha encargado de confrontar y azuzar a sus seguidores en contra de sus adversarios: “Fifís”, “la derecha”, “la mafia del poder”, “los medios conservadores” y todos aquellos molinos de viento que no comulguen con su política, en franca y abierta violación al mandato supremo constitucional.

Lo que nos deja en claro la ignorancia del objetivo supremo que la presidencia está obligada a realizar y que esta “Cuarta transformación” es PAN con el mismo PRIncipio de los gobiernos posrevolucionarios, sin que de fondo se quiera atacar a los males mayores que enfrenta el país y con más interés en callar a detractores que buscar la unidad y el bienestar nacional.

Politólogo, Profesor Universitario y miembro del Claustro académico del ITEI

@aagsevilla

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