El toro por los cuernos

HACIENDO ADOBES/Miguel Zárate

Por supuesto hay que reconocer que, ante una situación de evidente confrontación o cuando menos de diferendos sobre algunos temas cruciales en los niveles estatal y federal, esta vez sí, aunque suene a lugar común, el presidente Andrés Manuel López Obrador se decida ya por tomar al “toro por los cuernos”.

Las condiciones de inseguridad en Guanajuato, Jalisco y Colima, en ese orden o desorden según se vea, pudieron ser quizá el pretexto para que se dieran las reuniones con tres gobernadores que no son de sus colores ni de sus filias.

Para el mandatario jalisciense, Enrique Alfaro, ya no habrá aquello de que “no me toma las llamadas” y mejor cara a cara determinar si las acusaciones y descalificaciones mutuas pasarán a una etapa diferente, más constructiva entre ambos.

Nadie desconoce que la región a recorrer por el presidente estos días, muestra todo el perjuicio de la absoluta descoordinación entre niveles de gobierno para combatir el crimen. Y en el juego en el que cada uno ha puesto sus reglas e impuesto sus criterios, nadie resulta libre de culpa.

El titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño “casualmente” solicitó un breve descanso y, obvio, no estará en las reuniones que se supone “devolverán” la paz a nuestras entidades. ¿Por qué la inexplicable ausencia?

Quizá López Obrador se sienta más seguro sin él ya que los grupos criminales prefieren fijar sus blancos en los mandos policíacos, o tal vez para dar cierta flexibilidad al planteamiento de estrategias locales.

Lo importante es que se privilegie en esta visita el diálogo y la concertación. Para el mismo López Obrador debe quedar claro que las políticas seguidas no le están dando el resultado esperado.

Fuera de las afirmaciones superficiales y hasta ingenuas sobre la manera de frenar la ola de homicidios y otros delitos, ahora lo grave es que los cárteles enfrentan, amenazan y atacan con todo su poderío, sin importar el nivel o jerarquía de las autoridades.

A ese grado llega ya su empoderamiento ante lo que parece un fracaso más en la estrategia oficial que va para acumularse -ojalá y no-, de nuevo y en otro sexenio más.

A las víctimas, a las viudas o a los huérfanos no les hace gracia seguramente que el gobierno federal opte por una línea de pacificación casi contemplativa.

Ejemplo. Aún sin descontarle nada a favor al hoy extraditable Tomás Zerón, se ve que al gobierno federal le interesan más los impactos políticos, en este caso de un perseguidor de delincuentes, que dejar sueltos a los asesinos.

Y así, a decir verdad, no se puede confiar en que se logre aliviar el cáncer del crimen que inunda al país.

Mientras, en Jalisco se opta por demostrar cambio de sistema, principalmente a raíz del relevo de Macedonio Tamez, para poner a cargo a un joven coordinador de área, Ricardo Sánchez Beruben, un tecnicista con palmarés según parece, pero sobre quien pesa más que sus antecedentes partidistas en el PRI, el hecho de que no cuenta con experiencia en el campo práctico en materia de seguridad pública.

Algunos regidores del AMG, como los panistas, incluso han buscado ya que este nuevo funcionario retome el desarrollo de la casi inexistente policía metropolitana, así como otras líneas de trabajo que ni un más conocedor Tamez pudo sacar adelante. Hay, pues, acaso el beneficio de la duda ya que la cuestión no está para más ensayos.

Por lo pronto, la visita de López Obrador puede subsanar también las bastante lastimadas relaciones entre estado y federación, en cuestión de seguridad y, sería lo más deseable, en otros campos de la vida pública que han quedado más en la controversia y la disputa que en la acción conjunta que beneficie a los jaliscienses y a otras partes tan afectadas por el hampa en todo el país.

Esperemos que sea el fruto de este viaje y que en verdad se encuentre la mejor forma de aprovecharlo.

Regidor del PAN en el Ayuntamiento de Guadalajara

@MiguelZarateH

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