Las redes sociales en campaña: bienvenidas

CESAR-NUEVA

RESTAURACIÓN/César Ruvalcaba

Aún no inician formalmente las campañas presidenciales en México y las redes sociales ya se desbordan en contenidos panfletarios a favor o en contra de algún posible candidato.

En formato de videos, notas periodísticas, pseudo-periodísticas, imágenes o memes, las acusaciones y señalamientos de los detractores de unos concurren entreveradamente con las apologías de las virtudes que resaltan los simpatizantes de los otros.

Todo cabe en la disputa política a través de la interacción digital donde familiares, amigos y conocidos discuten e incluso se confrontan por externar sus opiniones.

Algunos se hastían y otros los promueven, pero sin duda, el debate y la propaganda en las redes sociales serán parte fundamental de este proceso electoral.

Soy un profundo escéptico de la calidad argumentativa del debate digital en nuestros tiempos. Me parece que carecen de perspectiva, de capacidad crítica y de reflexividad.

Sin embargo, y consciente de los posibles excesos, estoy decidido a promover el ruido de las “shitstorm” y la manifestación política a través de estos medios e intentaré exponer mis razones.

Si bien es cierto que la fiabilidad de los contenidos que se movilizan en el espectro digital son muy cuestionables, siempre será preferible la proliferación de los mismos que su cierre. Las redes sociales han puesto en jaque la capacidad que ostentaban los gobiernos para impedir o limitar la conversación de las ideas, las opiniones y los cuestionamientos.

Esta “libertad” aparente que aparece en la red debe explotarse como un mecanismo que nos permita conocer la diversidad de posiciones; y más aún, que nos permita asumir una posición concreta y defenderla, cualquiera que ésta sea.

Es verdad que las redes sociales no son una herramienta neutral de comunicación; no son simples instrumentos para compartir contenidos-información y comunicarnos. Las redes son dispositivos digitales que operan e influyen de manera activa en la definición de nuestra identidad, de nuestras creencias y de la organización de nuestra vida.

También es verdad que están sujetas a otro tipo de poderes fácticos, más discretos y efectivos que la tradicional coacción de un gobierno. Pero es precisamente la incapacidad de controlar dichos contenidos lo que abre una ventana de oportunidad para reivindicar -y ejercer- nuestro derecho a incidir en la vida política desde la trinchera que tengamos disponible.

No aspiro a que la interacción digital mejore la calidad del debate (por ahora), ni siquiera que exprese argumentos sólidos; pero puede evitar que se imponga el consenso del poder de aquellos que defienden el orden porque el orden los protege para seguir minando con nuestra incapacidad de acción.

Quiero confiar en que las redes sociales aporten cierta dimensión pedagógica en la politización de la sociedad. Una politización que sea el primer paso a la conciencia de la necesidad de oponernos y posicionarnos.

En estas campañas, leamos, escuchemos, veamos, opinemos, señalemos, critiquemos, defendamos o cuestionemos lo más que podamos utilizando las plataformas disponibles para hacerlo. Intentemos reflexionar los contenidos, por supuesto, pero no rehuyamos del debate ni les demos la razón a quienes nos digan que todo da lo mismo.

Investigador y Doctorando en Teoría Política. Universidad Autónoma de Madrid (UAM)

Twitter: @Cesar_Ruvalcaba

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