EFECTO AKRASÍA/Rocío Morgan Franco
De plano que hay algunos que se dejan invadir por el Efecto Akrasía, ese estado en el que actuamos en contra de nuestro mejor juicio, a pesar de saber que hacerlo nos representa un beneficio propio. Claro hay gente, que no sobresale precisamente por su buen juicio y prudencia.
Es el caso del candidato a gobernador de Movimiento Ciudadano (MC), Enrique Alfaro, quien el pasado miércoles 7 de febrero estuvo en un evento organizado por su partido en Lagos de Moreno, acompañado del abanderado de la coalición Por México, al frente, el panista Ricardo Anaya.
Al lugar, en apoyo a Anaya, arribó un grupo de panistas enarbolando sus banderas blanquiazules. Para muchos, fue lógico: Anaya es candidato de una coalición que aglutina a tres partidos, PAN, PRD y el propio MC. Lo lógico en esos escenarios es que uno espera ver banderas de esos tres partidos. Bueno, en esta ocasión solo fueron notorias las del PAN.
Pero lo lógico para la mayoría, no lo resulta tanto para el Sr. Alfaro, que contra el buen juicio, furibundo reclamó desde el pedestal en que suele instalarse (ah, perdón, es un banquito…) la presencia de las banderas panistas y exigió que las bajaran, argumentando que ahí no están por colores o partidos, sino por las personas; palabras más, palabras menos.
De sobra está decir que los panistas hicieron caso omiso y como coloquialmente se dice, “lo tiraron al león”. No las bajaron, no las escondieron, ni mucho menos se fueron. Se mantuvieron en su sitio, sin provocar, con las banderas al aire, ignorando al bravucón. “A palabras necias, oídos sordos”, dice otro refrán.
Las actitudes y desplantes del Sr. Alfaro dejan mucho qué pensar y desear. Alguien que aspira a gobernar un estado como Jalisco (que integra la triada de la vanguardia económica, tecnológica e industrial del país, junto con Cd. de México y Nuevo León), no puede andar por ahí echando pleito a todos los que no piensen como él o lo critiquen. Debería ir a una tlapalería a comprar al menos un metro de mecha, porque la suya es demasiado corta. También debería empezar a practicar un poco más la tolerancia y el respeto a la diversidad de opiniones.
Para empezar, la democracia mexicana se ha apuntalado en el sistema de partidos. ¿Al señor Alfaro no le gustan los colores? Pues se hubiera ido de independiente, porque lamento informarle que él es el abanderado de un partido cuyo logotipo es de color anaranjado, y ese será el logotipo y el color que la gente verá en la boleta. No veremos (afortunadamente) su cara en la misma. Aquí la gente, para elegir gobernador, va a votar por partidos, no por personas, como él alegó.
Segundo, los panistas de los Altos norte tenían tanto derecho como cualquiera de MC, de estar presentes en el evento, pues acudían a manifestar su apoyo al candidato del Frente, Ricardo Anaya. Arribaron de manera respetuosa y se mantuvieron un poco alejados. Por tanto, sólo se entiende la furiosa explosión del Sr. Alfaro, que interrumpió su sesudo discurso para exigir que bajaran las banderas, en la lógica de su personalidad altanera, prepotente y sus actitudes despóticas y autoritarias de las que ya ha dado muestra en múltiples ocasiones (si no, pregunte a cualquier periodista).
Tercero, el Sr. Alfaro debe entender que los panistas de Jalisco NO BAJAREMOS LAS BANDERAS. Que lo puede seguir pidiendo con sus formas rabiosas (porque las va a estar viendo a todo lo largo y ancho del estado), pero igualmente rabiosos las ondearemos. Con ímpetu y orgullo. En Jalisco, los panistas seguimos siendo orgullosamente panistas. Estamos orgullosos de nuestra institución, amamos esos colores azul y blanco y más amamos lo que representan. Estamos orgullos de nuestra historia, de nuestras causas, de nuestros principios como forma de vida y de nuestra doctrina. Estamos orgullosos de nuestra identidad.
Él puede seguir pidiendo que bajemos las banderas. De una vez le decimos: que se acostumbre a vernos con ellas en alto. Él puede seguir reclamando que bajemos las banderas y nosotros le decimos que ya puede sacar su banquito… pero para sentarse, porque se va a cansar de esperar.
