Subasta al precipicio

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TRIBUNA/César Iñiguez

Todos los partidos políticos tienen desprestigio, todos, unos más, otros menos, pero para el colectivo común, eso no importa, todos forman parte de un engranaje caduco y eso hay que entenderlo.

Algunos políticos, de los partidos, creen que con lanzar lodo al de enfrente, se crece, pero lo que no sabe es que se llena aún más el saco de piedras llamado repudio.

Otros más creen que ellos son los únicos inmaculados, que son capaces de lavar las culpas de otros políticos que se suben a su barco, y aquellos que se bajan, se contaminan y se vuelven parte de eso a lo que tanto critican.

Muchos políticos, sus partidos y su casta, han sido directamente responsables de este desprestigio, los excesos, el despilfarro y el enorme gasto del dinero que no es suyo, sino del pueblo, han traído consigo este desgaste, al parecer irremediable, de la clase política.

El grado de indignación ha aumentado al ver grotescos y ofensivos actos de corrupción; en donde sujetos depositarios de la confianza de la gente han abusado para enriquecerse de manera grosera al nivel de tener vida de jeques y magnates, cuando el grueso de la población se encuentra en condiciones de pobreza y en otros casos, tiene  que trabajar duro, durante muchas horas para alcanzar el sustento familiar.

La catástrofe del #19S despertó la solidaridad, la generosidad y la fuerza del pueblo mexicano, quienes esperaban ver la misma reacción de la clase política, por ello vinieron en cascada una serie de exigencias, legítimas y pedidas de manera inmediata, para hacer frente a la desgracia del terremoto.

En el imaginario colectivo estaba la impresión de: “si todos somos solidarios y damos lo que tenemos, no lo que nos sobra, ¿qué hace la clase política privilegiada para la causa? “

Ante esto, vino el reclamo al eslabón más desprestigiado y vulnerable de la cadena política, los partidos, con la exigencia #PartidosDenSuDinero, donde exigían que renunciaran a las prerrogativas asignadas para destinarlas a la reconstrucción de los daños provocados por el desastre natural.

A partir de ahí, vinieron a manera de subasta irracional, una serie de propuestas de los propios partidos (tratando de sacar raja electoral para el año que viene), unos renunciando al 20 por ciento de sus recursos, luego otros con el 50, luego otros más con el 100; luego, el que propuso el 20 se sumó al cien y añadió cuchillo para eliminar los cargos legislativos plurinominales y así, en una competencia de ver quien proponía el disparate más descabellado.

¿Hay que quitar el presupuesto a los partidos políticos para el próximo proceso electoral?

Estoy convencido, que si bien no todo, al menos sí una gran parte de las carretadas de millones de pesos que se pretende entregar a los partidos. Las campañas políticas deben ser austeras, claras, con propuestas y viabilidad en la realización de los proyectos de gobierno; no en la generación de clientelas electorales, como muchos lo hacen.

Además de los recursos en campaña ¿Debe eliminarse el presupuesto ordinario y las prerrogativas a los partidos en todo tiempo? Es decir, ¿debe dejarse sin un peso público a los partidos políticos?

Hay que tener cuidado de no dar un paso en falso; si se elimina el recurso público para los partidos, que queramos o no, son parte del sistema vivo del entramado democrático ¿quiénes tendrán para costear una campaña electoral con sus propios recursos y darle vida a un partido político con su propio patrimonio? Muy pocas personas, particularmente los adinerados, ricos y empresarios, en el mejor de los casos, y en el peor, quienes llegan a tener dinero fácil producto de diversos ilícitos.

¿Debe hacerse un fondo general para atender los desastres y damnificados provocados por el terremoto?

Sin duda, sí.

Pero, ¿quién lo administrará? ¿El gobierno federal, Lozoya, Los Duarte, Borge, Peña Nieto? ¿Quién? ¿O como propone Andrés Manuel, un grupo de notables, afines a mí, para hacer donaciones directas en efectivo a los damnificados para hacer una enorme cartera de clientes electorales con recursos públicos? ¡Qué genial idea!

Todos tenemos que entrarle al amarre del cinturón, principalmente el gobierno federal, responsable del enorme gasto y sobre quien debe pesar una reestructuración presupuestal en serio; para que todos aporten.

Y de los pluris, esas sanguijuelas de la clase política privilegiada, deben desaparecer, en eso, muchos estamos de acuerdo.

Asesor legislativo en Congreso de Jalisco

@CesarIniguez

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