A río revuelto, ganancia de políticos

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A LAS COSAS POR SU NOMBRE/Francisco García Pimentel

2017 se ha arrancado como una película de Tarantino mezclado con Chespirito. Una vibrante mezcla de horrores y ridiculeces dignas del mejor almanaque.

Mientras Obama se despide llorando como la Magdalena, Trump toma posesión de su gobierno prometiendo muros y aranceles para todo lo que lleve el sello de mexicano.

Entre tanto de este lado disfrutamos una súbita inflación que no veíamos desde Miguel de la Madrid mientras nuestros gobernantes, del dinero que hay, se roban la mitad y la otra se la gastan en iPhones y mansiones.

El país se convulsiona en manifestaciones y saqueos, mientras Peña Nieto grita desde su balcón: si no tienen pan, que coman pastel.

Los políticos –de gobierno y oposición- se lamen los bigotes ¡Qué gran oportunidad para ellos! Mientras AMLO organiza bloqueos y saqueos, los otros más decentitos hacen declaraciones y viajes, salen a las calles, realizan spots, videos y desplegados ¡Fuera el gasolinazo, fuera el mal gobierno! No disimulan su hambre de poder, sus ganas de devorar las migajas que va dejando el PRI tras de sí.

Algunos ediles de provincia viajan a la capital para salir en la foto, para no quedar fuera del grito que clama ¡queremos otro gobierno! Es una oportunidad de oro que no hay que dejar pasar.

El PRI, sin embargo, no pestañea porque sabe que tiene las armas para volver a ganar. Entre los miles de millones que birlaron de los estados que gobiernan y los otros miles de millones que se empacarán de la gasolina, tendrán dinero de sobra para repartir tortas, paraguas, gorras y tarjetas.

Saben que el 85% de los mexicanos no leen los periódicos ni viven en la CDMX, y que venderán su voto por cuatro frijoles peruanos.

Unos y otros –gobierno y oposición- creen que ya la traen ganada. Se les ve en los ojos. Peor aún: es lo único que se ve en sus ojos.

Y nosotros, como ovejas, dándoles espacios y aplausos, arropándolos en sus manifestaciones y saqueos; borregos ansiosos del siguiente lobo, esclavos atentos al siguiente virrey.

Hay algo que me preocupa hoy de México, pero no son los gobernantes. Que son corruptos no es noticia. Más me preocupa que haya tantos que piensan que la salvación vendrá de arriba; de Los Pinos o de San Lázaro, ahora que caiga Peña Nieto. No hemos aprendido nada.

Lo que hoy necesita México no es (solo) derribar a PRI, sino sobre todo limitar el poder y alcance de los políticos y partidos en general; del gobierno en su conjunto y regresar a los ciudadanos el sentido de responsabilidad social y productiva, sin bloquearlos ni ahorcarlos.

En este sentido, es de aplaudir la respuesta de la COPARMEX a las supuestas medidas propuestas por Peña Nieto.

El sector privado –los ciudadanos- entregan un documento mucho mejor formulado que inicia por plantear fiscalización y reducción en el gasto público –sobre todo en los programas clientelares de gobierno-, perseguir y resolver las graves pérdidas por corrupción y facilitar la creación de riqueza y ahorro para los trabajadores.

Es decir: que el gobierno haga su trabajo y nos deje hacer el  nuestro.

En estos momentos es sencillo distraernos para irnos detrás de cualquier mesías con aspiraciones de valiente por gritón. No les firmemos la plana. La respuesta no la tienen ellos; nunca la han tenido.

Ellos tienen que hacer su trabajo que es administrar las cuentas públicas para garantizar seguridad y servicios. El gobierno no es capaz de crear riqueza; sólo de administrarla. Son empleados por definición, en búsqueda de titulares que les permitan un hueso más grande.

Quienes proponen y crean riqueza son los ciudadanos, los agricultores, los ganaderos, las microempresas, las pymes, los trabajadores.

Ellos tienen el derecho de poseer su futuro en sus propias manos y el de exigir a los gobernantes que se dejen de payasadas y promesas vacías y que hagan su trabajo. Nada menos, pero tampoco nada más.

Una caricatura en redes me llamó la atención por breve, pero poderosa. Lamento no recordar el autor. Dos personajes discuten el año que viene. Uno dice: ¡el 2017 será un año terrible! A lo que el otro contesta: Yo creo que el 2017 traerá flores. El primero se extraña. ¿Por qué dices que traerá flores? El segundo remata: Porque estoy sembrando flores.

De que vienen tiempos difíciles no hay duda, tanto nacional como internacionalmente. Para usted y yo es tiempo de sembrar lo que queramos cosechar; de ser inteligentes y de ir quitando, poco a poco, ese poder irrestricto del que los políticos gozan.

Hacer nuestro trabajo es lo primero; levantar la voz, lo segundo. Leído en una barda del metro: el mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión.

El autor es abogado y master en política internacional. Come más pizza de la que debería. Síguelo en twitter @franciscogpr.

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