José Luis Cuevas regresa a París

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En febrero pasado, cuando cumplió 85 años de vida, un hecho que resultó oportuno para que uno de los artistas más importantes de México, José Luis Cuevas, (1931), diera a conocer sus ganas de seguir dibujando. “Aún tengo el trazo firme”, decía este hombre que ha desarrollado una impresionante carrera artística como pintor, dibujante, escritor, grabador, escultor e ilustrador, labor por la que ha obtenido numerosos reconocimientos nacionales e internacionales.

 

“Nunca pensé llegar a una edad tan avanzada. Cuando era adolescente me imaginaba que no llegaría a los 30 años. Pero he llegado a los 85 y me angustia la idea de cumplirlos. Pero también llego a más de 70 de estar activo y trabajando sin parar: el pulso lo tengo firme y mi línea de dibujante sigue siendo perfecta”, decía el 26 de febrero.

 

Ahora Es una de sus hijas, Mariana Cuevas, la responsable de que el legendario artista mexicano regrese a París luego de 40 años de su retrospectiva, al poner a disposición su colección personal y posibilitar la exhibición inaugurada el pasado 1 de junio en el Instituto Cultural Mexicano en Francia. Las obras reflejan partes de la vida íntima de la familia del creador perteneciente a la generación de la Ruptura. Se trata de 51 piezas entre litografías y dibujos que remiten a la infancia de Mariana Cuevas, así como a sus años de adolescencia, su vida de familia, junto a sus padres y sus hermanas Ximena y María José.

 

Las litografías que se mostrarán hasta el 12 de agosto pertenecen a la colección que originalmente era más amplia y que integraron Bertha Riestra de Cuevas (madre de Mariana Cuevas y anterior esposa del artista), y su padre José Luis, quienes a lo largo de 30 años de trabajo reunieron obras gráficas como parte de un legado artístico para sus hijas.

 

Las obras de esa herencia se muestran al público por primera vez en 40 años, en una exposición que abre con un dibujo original de 1962 que representa a Mariana Cuevas a la edad de seis años y luego transcurre de forma cronológica a través de 51 piezas. Cada obra recuerda a un lugar visitado por el artista mexicano: de San Francisco a Los Ángeles, pasando por España y finalmente París. Sus cuadros aluden Dostoievski, Kafka, Quevedo y Góngora. Y entre los franceses: Victor Hugo, el Marqués de Sade, Balzac y los simbolistas, Rimbaud, Verlaine y Baudelaire, en quien se inspiró para hacer su serie “Las flores del mal”, en los ’50.

 

A 40 años después de la gran retrospectiva que le consagró el Museo de Arte Moderno de París en 1976, el Instituto Cultural de México presenta estas obras maestras, del autor del manifiesto “La cortina de Nopal”, por medio del cual se rebeló frente al nacionalismo pictórico y la llamada entonces “Escuela Mexicana de Pintura”.

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