Datos abiertos y gestión pública

PUNTO CRÍTICO

Gabriel Torres Espinoza

 

El día de hoy se inaugura la Semana Nacional de la Transparencia 2022, que tendrá como tema “Datos Abiertos para Despejar Mitos Sociales y Falsos Debates de la Gestión Pública”.

Los ‘datos abiertos’, de acuerdo con la definición que hace el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), son “aquellos datos digitales que son puestos a disposición con las características técnicas y jurídicas necesarias para que puedan ser usados, reutilizados y redistribuidos libremente por cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar.”

Los datos abiertos se acogen al principio de máxima publicidad que debe prevalecer sobre la
información pública gubernamental.

Podría decirse también que, los ‘datos abiertos’, se encuentran inscritos en el paradigma de ‘gobierno abierto’ (open government), que nace en el gobierno de Barack Obama a través del Memorando Sobre Transparencia y Gobierno Abierto promulgado el 21 de enero de 2009, en el que se plasman a sus cuatro principios rectores: transparencia; rendición de cuentas; participación ciudadana; y uso de la tecnología.

Adicional a ello, es importante hacer mención que el ‘gobierno abierto’ se plantea como una respuesta innovadora que trata de “abrir” el gobierno a la ciudadanía, de cambiar el paradigma gubernamental para construir una estrecha alianza entre sociedad y gobierno, con el objeto de resolver problemas de interés público de manera conjunta. No obstante, no son propiamente lo mismo.

Por su parte, la Carta Internacional de Datos Abiertos, advierte que para tales efectos “los datos deben ser abiertos por defecto, oportunos y exhaustivos, accesibles y utilizables, comparables e interoperables, para mejorar la gobernanza y la participación ciudadana.”

Resulta de vital importancia discutir lo anterior, porque las sociedades democráticas y modernas, auspiciadas por los prodigios tecnológicos que supone la era digital, el 5G, el Big Data, el Internet de las Cosas y la Inteligencia Artificial, han pasado a convertirse en ‘sociedades datificadas’. De forma que la ‘economía de los datos’ es el nuevo ‘oro intangible’ que aceita el motor del crecimiento económico de las naciones, así como de las empresas.

Por otro lado, los ‘datos abiertos’, ameritan otro gran reto de orden técnico para que, efectivamente, sean abiertos. De acuerdo con el BID, los datos abiertos deben estar “publicados bajo licencia abierta”, contener “datos estructurados”, no tener “propietario”, que “sean reconocidos en varios lenguajes de programación” y, finalmente, estar “vinculados con otros datos abiertos”.

Por su supuesto, para poder democratizar y universalizar los datos abiertos, y los beneficios que ellos suponen, resulta imprescindible, reducir la brecha digital en cuanto al acceso al Internet y a los ordenadores.

Más aún, se necesita alfabetizar, en términos técnicos e informáticos, a amplios sectores de la población, para que éstos puedan ser utilizados, toda vez que, si bien es cierto, existe infinidad de datos abiertos, también es cierto que muy pocos los saben utilizar para su debido procesamiento, con el fin de agregar a ellos un alto valor social, ya sea a través del periodismo de investigación, la creación de políticas públicas o la innovación en aplicaciones móviles.

De tal suerte, es ineludible la convergencia, participación y colaboración de una dinámica y democrática tríada: autoridades, iniciativa privada y sociedad organizada.

Director Gral. de la Operadora SURTyC de la U de G

@Gabriel_TorresEs

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