El alcohol y el fútbol

CON CHANFLE/Raúl de la Cruz

En la semana pasada se dio a conocer en las redes sociales que Uriel Antuna y Alexis Vega, ambos jugadores del Guadalajara, se pusieron una verdadera borrachera dos días antes de un partido oficial de la Liga.

Se grabaron y hasta lo publicaron en video. Irresponsables por no decir otra cosa.

La directiva reaccionó y los separó del plantel “indefinidamente”. A los seis días los perdonaron y ya volvieron a los entrenamientos “muy arrepentidos”.

Sin embargo, el asunto del alcohol y el fútbol es un tema histórico. Todo el tiempo han existido los futbolistas borrachines.

En diversas ocasiones nos comentaban los compañeros periodistas, de otras generaciones, que distintas figuras del fútbol mexicano se emborrachaban un día antes del partido y rendían mejor ahhh, pero eran otros tiempos.

En esa época el fútbol era semiprofesional, se trabajaba dos o tres días a la semana antes del encuentro.

Cuando llega la verdadera profesionalización, década de los setentas, los niveles de entrenamiento se incrementaron considerablemente. Ya se trabaja una o dos horas al día.

Aparecieron las concentraciones y no obstante se presentaron casos de borrachos.

Recuerdo que por aquel tiempo el equipo de la UdeG se fue de gira por el continente asiático y me contaron una anécdota.

Cierto día en el hotel después del juego se pusieron a chupar. Un defensa mundialista. Mandó traer unas cervezas. Ingenuo. Le dio al mandadero cien dólares. ¡Un dineral! En Tailandia.

El empleado llegó con una enorme cantidad de cervezas que tuvieron que colocarlas en la bañera del cuarto.

Tomaron esa noche y todavía les ajustó para un día más. También me platican que durante los setentas había un arquero fuera de serie que pudo haber sido de los mejores de la historia.

Un día ya no se presentó a los entrenamientos, pasaron dos, tres cuatro y hasta cinco días. Al tercer día comenzaron a buscarlo.

Lo encontraron en tremenda francachela con amigos y mujeres en el Parían de Tlaquepaque. Decían que cuando comenzaba a tomar no paraba. La cruda se convertía en enfermedad y tenía que tomar para no perder la razón. Era tan grande ese portero que un día jugó alcoholizado. Paró todo.

El problema para ese jugador fue cuando comenzó a consumir mariguana. Se echó a perder. En otra oportunidad, a un entrenamiento de las Chivas fue público y notorio que dos jugadores se presentaron chupirules. Venían de una posada. Entonces el entrenador era Leo Beenhakker.

No fueron separados. Muy pocos nos dimos cuenta. En aquel entonces no existían las redes sociales, hoy el principal problema para ellos son justamente las redes.

Periodista deportivo

@rulasdelacruz

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