La nueva ruta del PAN

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TRIBUNA/César Iñiguez

Las estrategias se califican por los resultados.

El mensaje del proceso electoral del primero de julio fue claro, una sociedad cansada y con hastío de los excesos de la clase política, con una determinación clara de cambiar el rumbo del país, sea cual fuere el camino.

Mayoritariamente, de manera atípica y avasalladora el pueblo se volcó a las urnas y manifestó su voluntad.

¿Funcionó la alianza con dos partidos de izquierda?

Es claro que no.

El espejismo de las victorias en la mayoría de estados en los procesos electorales pasados donde se logró la alternancia por primera vez en muchos de ellos, en donde el PRI fue desalojado con la fuerza de los votos, mostraba una realidad ilusoria de que podría pasar en todo el país.

Las alianzas efectivas, en cualquier parte del mundo y por supuesto en nuestro país, se construyen de manera horizontal, van de las bases a las cúpulas, no a la inversa.

Así fue como regionalmente se construyeron las alianzas exitosas en Veracruz, Quintana Roo, Tamaulipas y otras entidades; donde las fuerzas políticas se coordinaron para presentar una plataforma política común, y funcionaron.

El imponer alianzas siguiendo la lógica contraria aplicando la verticalidad, de la cúpula a las bases, donde los partidos posiblemente aliados eran antagónicos y en muchos casos había profundas diferencias, fue una decisión equivocada.

Esto provocó que cada quien jalara por su cuenta y que los candidatos comunes fueran objeto de rapiña política, y con el afán de zafarlos de su origen se prostituyó el objetivo principal.

Donde había encono, por mero pragmatismo, se asumía la alianza en momentos sólo estéticos para conseguir la imagen, una maniobra solo de compromiso, pero en el fondo, había deslindes y en la práctica cotidiana desconocían algo que de origen fue forzado, así pasó en Jalisco, Nuevo León, San Luis Potosí y otras entidades.

Veamos, salvo revisar a detalle los resultados nacionales, en Jalisco, MC daba en votos el 20 o 25 por ciento con respecto a lo que aportaba el PAN para Ricardo Anaya, mientras que las cifras del propio candidato presidencial eran inferiores a lo que obtenía el candidato y virtual gobernador, Enrique Alfaro.

En cambio, MC logró ganar el Senado gracias a los votos del PAN, igualmente en muchos distritos locales y federales, donde competía muy de cerca con Morena o los independientes.

Era evidente desde antes y en el transcurso del proceso electoral que no había manera de transitar la alianza por la misma ruta; tan así, que el candidato naranja puso exclusivamente a los tránsfugas azules y neoemecistas a llevar, solo ellos, la campaña presidencial, excluyéndose de hacer esa tarea, pero sí, siendo los beneficiarios directos de la alianza construida.

Por eso mismo, la imposición de la alianza y los desaires se tradujeron en agravios a los panistas, quienes en algún número bajaron los brazos, pero otros tantos, de manera ejemplar, siguieron adelante con el objetivo y sacando la casta por la institución albiazul; como el caso del candidato a gobernador Miguel Ángel Martínez y muchos otros candidatos y militantes.

Hoy queda hacer una pausa y reflexionar cuál es el camino a seguir.

Asesor del PAN en el Congreso de Jalisco

@CesarIniguezG

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