POLÍTICA SIN ÉTICA/Jonadab Martínez
Ante los embates del presidente de los Estados Unidos, que antes eran amenazas y que hoy son propuestas concretas, hechos contundentes, y que han demostrado su odio y discriminación al pueblo mexicano que radica en el país que gobierna, presentando iniciativas para construir el muro y dividir a dos pueblos que han escrito historias juntos, no solo en el tránsito de personas sino de bienes, costumbres y tradiciones; la respuesta del Gobierno de México nunca existió, el silencio fue revelador, fue hipócrita y ciertamente mostró debilidad, al interior de nuestra nación como ante la comunidad internacional.
Hay dos respuestas ante las amenazas de Trump: el gobierno mexicano no reaccionó, o que reaccionó muy tarde y de manera equivocada.
La visita de Donald Trump durante su campaña, lo empoderó, lamentablemente contribuyó a su triunfo electoral, y evidenció la debilidad y falta de visión de nuestras autoridades.
Ni el ascenso a la presidencia de Donald Trump, ni el nombramiento de un nuevo canciller por parte de nuestro gobierno, ayudaron a frenar las amenazas y humillaciones en contra de nuestro país.
Por el contrario, en tan sólo cuatro días, el presidente norteamericano firmó un acuerdo ejecutivo para construir el muro, canceló de facto una reunión con el presidente Enrique Peña Nieto y amenazó con un impuesto del 20% en la importación de productos mexicanos.
Muchos columnistas, expertos y líderes de opinión han criticado que los partidos políticos lleven agua a su molino, y en parte estoy de acuerdo, pero también debemos citar que unas de las funciones que tienen los partidos políticos es estar pendiente de la agenda nacional, proponerle al Presidente conductas, acciones o decisiones que protejan a nuestro país, que fortalezcan el mercado internacional y las relaciones bilaterales en las que México participa.
Solo por comentar, fue Movimiento Ciudadano el único grupo político que durante la campaña electoral de Trump fue firme y fuerte en sus argumentos del porque Trump no debía ser el Presidente de los Estados Unidos; en su momento, fue juzgado por propios y extraños.
La crítica de los partidos políticos que son cómplices del sistema no cesó, fueron permanentes los embates argumentando que Movimiento Ciudadano no debía entrometerse en procesos electorales del exterior, sin embargo, hoy la historia nos dio la razón.
Debíamos cerrar filas desde antes de la elección pero la cobardía de “Mas si osare”, ese extraño enemigo, negó la unidad, unidad que hoy es una necesidad.
Desde el inicio del proceso electoral en el país vecino, quedó evidenciado que nuestro gobierno no está preparado para enfrentar un escenario de esta magnitud, por lo que se vuelve indispensable la participación de académicos, intelectuales, científicos, artistas, comerciantes, empresarios, activistas, universitarios, obreros, campesinos y ciudadanos en general en la construcción de un Frente para la Defensa de la Dignidad y Soberanía Nacional.
Ahora, el gobierno federal ha llamado a la unidad en materia de política exterior pero lamentablemente no cuenta con la confianza de la ciudadanía para encabezar un proyecto de esta naturaleza.
A título personal, propongo al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a encabezar un proyecto de unidad, él tiene la capacidad, la calidad moral, la confianza y el reconocimiento de todos los sectores de la población para impulsar esta iniciativa por encima de los partidos.
Este Frente deberá contribuir a definir una postura común sobre la construcción de un muro en la frontera entre ambos países; la relación comercial con Estados Unidos y el resto del mundo; sobre la defensa de los derechos humanos de los mexicanos, los migrantes latinoamericanos, y los refugiados; y sentar las bases para que se garantice la gobernabilidad del país, frente al regresivo orden internacional que Trump pretende imponer.
Desde mi trinchera, desde este espacio de opinión pública, hago un llamado a los mexicanos, es tiempo de una unidad social, política y legal, antes de que los malosos y las mafias la conformen y llevemos a México al despeñadero.
