El problema no es solo Donald Trump

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DIVISADERO/Eduardo González

La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos repercute de manera negativa en varios escenarios internacionales.

Para el caso mexicano los impactos negativos aumentan a consecuencia de nuestra vecindad, la historia compartida entre ambas naciones, la multiplicidad de temas de interés común, pero sobre todo, por la bajísima calidad de nuestros gobernantes.

Por un lado, históricamente los gobiernos mexicanos han apostado por encadenar nuestro futuro y la viabilidad misma de la República a la sombra que proyecta Estados Unidos al sur del río Bravo.

Sea en economía, en política, en seguridad nacional, la estrategia de la clase política de nuestro país para salir adelante es esperar que al vecino del norte le vaya bien.

Incluso los problemas que vive la Unión Americana son utilizados como explicación y justificación de las dificultades mexicanas.

Así las cosas, durante años la apuesta fue esperar que las respuestas a nuestros problemas llegaran del exterior. Ahora el escenario comienza a cambiar.

El paradigma económico-comercial montado desde los años ochenta del siglo pasado se desmorona y en México aún no tenemos otro camino para andar. Nuestra planta productiva, las cadenas comerciales, la dependencia remesera, la venta de materias primas, la industria maquiladora, el turismo, la exportación de nuestra producción, casi todo apunta a las barras y las estrellas.

El modelo debe cambiar. Aunque, como en otras ocasiones, sea por disposición estadunidense y no por iniciativa propia.

Además del modelo económico-comercial puesto en marcha desde los años ochenta, lo que ha generado un sistemático atraso de nuestro país es la pésima calidad de nuestros gobernantes y los altos niveles de corrupción e impunidad existentes en México.

Sin distingo de partidos políticos, niveles de gobierno, áreas de la iniciativa privada, y amplias capas de la sociedad, las prácticas de corrupción trastocan el desarrollo de nuestra nación.

Esta semana se dio a conocer el Índice de Percepción de la Corrupción elaborado por Transparencia Mexicana y Transparencia Internacional, donde México se desplomó 28 lugares, alcanzando el sitio 123 de 176 países de todo el planeta.

Esto nos ubica 40 sitios por debajo de China, India y Brasil, y también en el último peldaño entre los 35 países miembros de la OCDE.

El impacto económico que tiene la corrupción en México es de 347,000 millones de pesos, equivalente a 9% del PIB nacional.

Es una cantidad muy superior al ahorro que se proyecta tener con las políticas de austeridad. Esta situación refleja la vacilada del Sistema Nacional Anticorrupción.

A no dudar, con un personaje como Donald Trump en la Casa Blanca el mundo se vuelve más inseguro e inestable, pero también con una clase política como la mexicana nuestro país se encamina al naufragio total.

 

Profesor investigador en el Tecnológico de Monterrey

@contodoytriques

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