Cinco armas contra un muro

GarciaPimentel

A LAS COSAS POR SU NOMBRE/Francisco García Pimentel

No son los más fuertes los que sobreviven –escribió Darwin- sino los que son capaces de adaptarse al cambio.

El mundo sigue en shock  por la victoria de Donald Trump y nosotros, también, nos seguimos asombrando con cada una de sus decisiones, aunque ya las había prometido y anunciado desde su campaña.

Quizás no estemos acostumbrados a que un político cumpla sus promesas, o a que lo haga tan rápido.

El caso es que las dos grandes amenazas de campaña en contra de México –el adiós al TLC y la construcción del muro- son ya realidades consumadas, así como sus acciones pro vida y su golpe al lobby LGTB.

Quien diga que son sorpresivas es que le gusta vivir, como vive ahora gran parte del mundo, en la negación absoluta.

Trump dijo: América siempre estará en primer lugar. Cuando volteamos a ver a Canadá, respondieron lo mismo: somos amigos, pero nuestros intereses son primero.

La nota internacional es clara y, seamos realistas, no tenemos las herramientas para darle vuelta atrás. También México tiene que poner sus intereses por encima de los de sus vecinos.

Alguna vez escuché esta rima de labios de mi amigo Juan: Caminando en la alameda, un loco le dijo a otro: ¿tú no me quieres? ¡pues yo tampoco!

Veamos: el primer paso, como mexicanos, es dejar de asombrarnos y rasgarnos vestiduras y seguirnos auto convenciendo de que Trump es un hombre horrible, feo y malvado.

Basta. El mundo real no se compone de lobos feroces o villanos de caricatura, sino de sujetos e intereses muy complejos.

Tenemos, por lo menos, cuatro años de Trump por delante. Decidir si eso es “bueno” o “malo” carece de sentido.

La única pregunta válida e inteligente es ¿qué vamos a hacer como país al respecto? ¿Llorar, morir o adaptarnos?

Si en otros artículos me he mostrado simplemente optimista, pero eso no basta. Aquí cinco ideas concretas sobre cómo México puede responder –y aprovechar- las locuras del nuevo emperador.

Primera: Contra el muro, desregulación.

El famoso muro de Trump empieza a construirse hoy. Podríamos escribir libros enteros sobre cómo los muros son una mala idea y no sirven, pero no gastaremos tinta en eso porque el muro es sólo el símbolo de una política migratoria más severa, que traerá consecuencias graves tanto para EEUU como para México.

Menospreciar el muro, sin embargo, ignora el problema de fondo.

México tiene que reformar su sistema administrativo para que sea más rápido, sencillo y barato crear negocios y empresas que puedan generar la mano de obra que hoy se va hacia el norte. La principal riqueza de las naciones está en su gente; pero hoy los pueblos de México lucen abandonados.

¿Hace cuánto que el gobierno mexicano no se ha planteado seriamente repoblar el campo en vez de vivir de las remesas?

Segunda: Contra el adiós al TLC, diversificación.

La siguiente semana la delegación mexicana visitará a Trump para “renegociar” el TLC. El hecho es que el tratado se puede dar por muerto y, en cualquier situación, se sabe que EEUU elevará aranceles a la importación y reducirá impuestos a las empresas en casa.

En recientes investigaciones de renombrados científicos y cartógrafos, se pudo comprobar que, en efecto, EEUU no es el único país sobre el planeta.

Esto podrá resultar novedoso para algunos y doloroso para otros. Lamentablemente en las últimas décadas México ha aprovechado la libertad de comercio para hacer depender su balanza comercial casi exclusivamente de su vecino del norte.

José Antonio Meade, Secretario de Hacienda, ya ha anunciado que se buscan nuevos acuerdos bilaterales y tratados con otros países del orbe, lo que es parte importante de la recuperación. Tenemos la oportunidad de convertirnos en cabeza de lanza en Latinoamérica (que también será menospreciada por Trump) y en ir generando acuerdos con los países del Atlántico y el Pacífico.

Nuestra prioridad no debe ser “amigarnos” con Trump –tarea en manos del aprendiz Videgaray-, sino en abrir nuestra producción y cultura al resto del mundo.

Tercera: Contra la repatriación de capitales, política fiscal.

Donald J. Trump ha anunciado que presionará a las empresas norteamericanas para que regresen sus plantas productivas a EEUU. El caso de Ford es paradigmático y muchas otras le seguirán.

Otras empresas, sin embargo, han manifestado su decisión de quedarse en México. Empresas europeas como VW o japonesas como Nissan (e incluso algunas norteamericanas) no han mordido aún el anzuelo; no sabremos si lo morderán.

Pero a México no sólo le importan las empresas extranjeras. El gobierno debe de despresurizar la carga administrativa y económica de la actual ley fiscal para hacer aún más atractivo y competitivo el ambiente en el país.

Las empresas no hablan el lenguaje de la política, sino de la economía. Si producir en México es más rentable lo seguirán haciendo, independientemente de la agenda gubernamental.

Es esencial, empero, que esa rentabilidad exista en función de la política fiscal y del entorno social;  no de los bajos salarios.

Esto último vendría a dar al traste con la esperanza de contrarrestar las políticas migratorias de EEUU.

Cuarta: Contra deportaciones, seguridad interna.

El fortalecimiento de las políticas antiinmigrantes de EEUU traerá, por una parte, una necesidad de recolocar a los millones de eventuales deportados mexicanos, así como la inevitable explosión de migrantes centroamericanos varados en nuestros centros de población.

Este exceso de personal será una oportunidad que el crimen organizado tratará de aprovechar. El Estado Mexicano debe de prever tal situación y doblar esfuerzos para que estas personas no caigan en las redes de trata de personas, narcotráfico y crímenes varios, sino capitalizar la mano de obra en procesos productivos, empresariales y de infraestructura con carácter descentralizante: hacer grandes las ciudades chicas y regresar la vida a las pequeñas poblaciones.

Quinta: Contra el bullying, diplomacia.

Ya lo he dicho antes: la historia humana no se acaba esta semana. El mejor tratamiento para un gobernante agresivo y bully no es ponerse a su nivel, contestarle o mandarle twits como lo han hecho Calderón o Fox; tampoco es hacerle reverencias como lo han hecho EPN o Videgaray. Discutir con un loco es peligroso porque siempre ha de ser en su cancha.

México tiene que ser digno sin ser gallito; elegante sin ser payaso; negociante sin ser ridículo. En resumen: debemos pensar que tenemos que aguantar a Trump por cuatro años, para inmediatamente planear más allá de esos cuatro años.

El mundo, efectivamente, vive una revolución política, económica y social que supera nuestras fronteras. Ojalá que no supere, también, nuestra capacidad de adaptarnos y crecer.

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El autor es abogado y master en política global. Desea que Melania Trump y su hijo Barron queden fuera del bullying y las ofensas. Ellos no tienen la culpa.

@franciscogpr

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