La Méndiga Oligarquía/Esteban Garaiz
No es fácil reflexionar con claridad en medio de esta violencia generalizada que todavía no queremos llamar guerra civil, pero en la que vivimos a diario.
Pero ya es hora que nos pongamos a pensar en qué situación se sufren más daños a la salud social: Si en una hipotética despenalización regulada de la producción, en distribución y consumo de drogas, como la que hoy tenemos en el ámbito del tabaco o de las bebidas alcohólicas; o los daños a la salud (y a la vida de miles de personas) que hoy sufrimos con la guerra declarada al narcotráfico y al crimen organizado que lo controla.
Habrá que estar muy atentos a los plebiscitos estatales junto con la elección presidencial en los EUA, sobre la despenalización de la marihuana, votados este martes pasado.
Pero en ese país no pueden dejar de recordar la experiencia histórica de la prohibición del Alcohol en 1920-30. Cuando finalmente se levantó la prohibición, no hubo ni más ni menos borrachos pero se acabaron las balaceras y las ráfagas de metralleta en las calles de Chicago; y los bebedores pueden tomar ahora licores de marca registrada.
En todo caso, no sólo resulta conveniente, es absolutamente imprescindible que el tema de la despenalización de las drogas se resuelva en los órganos internacionales de Naciones Unidas y de manera consensada internacionalmente para que tenga eficacia.
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