Al ser cuestionado sobre el hallazgo de 17 cuerpos el pasado fin de semana en Tizapán, el Gobernador del Estado, Emilio González Márquez informó que seis de éstos ya fueron identificados con antecedentes penales, por lo que se trató “de un pleito entre grupos delictivos, muy probablemente ejecutados en Michoacán y aventados del lado de Jalisco”.
En un segundo comentario al respecto, González Márquez emuló al mandatario de Veracruz, Javier Duarte, quien el 23 de septiembre del año pasado, luego de que 35 cadáveres fueron arrojados bajo un puente de esa localidad, aseguró que “los criminales irremediablemente tienen siempre un final trágico: o van a la prisión o pagan con su vida haberse ido por el camino del crimen”.
“Este hecho (la muerte de 35 personas) confirma esa triste realidad, los que eligen mal, terminan mal. Al final, el crimen paga mal”, señaló el mandatario veracruzano en esa ocasión.
Hoy, de gira por Lagos de Moreno, el Gobernador panista de Jalisco hizo una declaración similar: “Hay delincuentes que mataron a otros delincuentes, nosotros estamos para proteger a la población en general, seguimos en eso, y bueno pues esperando que los delincuentes entiendan que el camino fuera de la Ley, a lo que lleva es a la cárcel o a la muerte, y ninguna de esa es querida para ninguna persona, y quienes me escuchan y se dedican ahora a actividades delictivas, tienen tiempo para rehacer su vida y la invitación es, no esperen a que otros delincuentes los maten o la policía los meta a la cárcel, la felicidad no está en la delincuencia”.
Los comentarios de Duarte causaron polémica entre varios sectores políticos y sociales por considerar que al contemplar únicamente la muerte o la cárcel para los delincuentes, se dejaba de lado cualquier posibilidad de rehabilitación o reintegración a la sociedad.
