Prensa y libertades

HACIENDO ADOBES

Miguel Zárate

 

Ciertamente no es cosa nada más de hoy. Los retos que enfrenta la libertad de expresión se dan continuamente.

Mientras existan los políticos que de una manera o de otra se asumen intocables, que afirman y recontra afirman que son respetuosos de la crítica pero que en los hechos hacen todo a su alcance por frenarla, difamarla, someterla, existirá el peligro latente de al menos ir socavando su fuerza y hasta su vigencia. Y a veces lo logran.

Siempre quien está en el ejercicio del poder está en posición de clara ventaja ante los que no cuentan con la posibilidad de contar con toda clase de recursos -incluyendo los de tipo económico- así como la capacidad de negociar con los que de alguna forma determinan las líneas editoriales de sus medios.

¡Hay de aquella empresa periodística que se atreva a hacer valer el irrestricto ejercicio del periodismo!

Lo vemos a diario cuando desde la palestra más privilegiada se ataca impunemente a quienes se salen del esquema y osan cuestionar.

Todas las mañanas hay un público que difícilmente pudiera calificarse de periodistas en ejercicio, pero que más bien sirve al propósito de una de las más lamentables simulaciones a la que puede rebajarse la dignidad: preguntas previamente armadas para ser plataforma de lo que el gobernante quiere decir o inducidas descaradamente por quien elige por anticipado quién asiste y quién no, al igual que lo que debe preguntarse o lo que no.

Sí, es verdad, las “mañaneras”, pudiendo escalar a convertirse en un auténtico y original método de comunicación e interlocución, pero se convierten en un remedo de conferencia en la manifiesta impudicia de querer manipular a la opinión pública, bajo un burdo disfraz de información.

Mal por los medios que no se atienen a las reglas, sus nombres son exhibidos, sus dueños son señalados flamígeramente, se acusa a ellos y a sus reporteros y columnistas de corruptos, de aliados con las fuerzas ocultas que quieren volver al pasado pernicioso, de servir simplemente a las causas más perversas contra los ciudadanos y, sobre todo, de no entender la verdad, la única verdad que debe iluminar el firmamento, la del supremo llamado a marcarnos el camino, el único camino hacia la redención de quienes, dice, nos depauperaron pero que ahora él sí nos ofrece el rumbo hacia la anhelada prosperidad.

Cada uno con su estilo propio, los gobiernos autoritarios tienen a la libertad de expresión como su primerísimo objetivo y enemigo. No parece, ojalá, que lleguemos a tanto, pero no existe una dictadura en el mundo que no haya reprimido la crítica, o acabado con ella.

A juzgar por lo que escuchamos cada día, se repite aquello del respeto a tan primordial derecho, aunque tan frecuentemente sean denostados y por lo menos intencionadamente desprestigiando a quienes critican, muestran errores, señalan posibles fallas o de plano ponen en evidencia falsedades o equivocaciones. ¿Qué no se ha entendido que éste es exactamente el papel de la prensa?

Por ello resulta tan importante que la Universidad de Guadalajara haya organizado precisamente en esta fecha el foro “los desafíos de la libertad de expresión”.

Así, en un marco puramente académico, el Nobel peruano Mario Vargas Llosa habría de apadrinar, por decirlo así, este encuentro.

El célebre escritor dejó de hecho una huella importante de su sentir sobre lo que ya pasaba en el México de 1990, hace más de treinta años, cuando en un programa de una televisora normalmente tendiente a favorecer el gobierno de aquel entonces, dijo: «México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México».

Naturalmente que las controversias se suscitaron de inmediato y aún se debate cuál era la intención de Vargas Llosa al exponer que, de alguna manera, nuestro país estaba en una situación que no le permitía exonerarse de lo que pasaba en las dictaduras de otras latitudes.

Esta vez le acompañarán intelectuales y analistas, varios de ellos ya pasados a la especie de paredón de fusilamientos que tienen montado en Palacio Nacional para recibir las balas a pecho abierto de parte del defensor número uno de la libertad en México.

Todos sabemos que efectivamente no hay gobernantes a quienes les agrade la crítica, mucho menos los que de manera inteligente toman en cuenta el disentimiento para refrescar su gobierno y hasta para dar cambios en el timón cuando es necesario.

Difíciles tiempos para esta libertad, en el mundo y desde luego en México.

Bien porque exista esta preocupación por dar frente a los retos ya que la libertad de expresión es la primera en ser juzgada y atacada por los opresores, pero también la última a la que está dispuesta a sacrificar una sociedad que le comprenda como lo que es: el mejor dique a las ambiciones de los poderosos.

Regidor del PAN en el Ayuntamiento de Guadalajara

@MiguelZarateH

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