La sociedad indefensa

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POLÍTICAMENTE INCORRECTO/Por Carlos Maguey

 

El 1 de febrero de 2011 los habitantes de Guadalajara entramos en una situación de pánico única, era la primera ocasión en que la ciudad era sometida a aquellas acciones que en ciudades del norte del país ya eran habituales, el cierre de calles utilizando camiones o algún otro tipo de vehículos, algunos de ellos incendiados, otros sólo inmovilizados, pero esto con la intención de generar miedo, de dar la percepción de que alguien toma las decisiones sobre el entorno en el que vivimos.

Esa sensación de miedo que hace año y medio se registró por primera ocasión en Jalisco, se ha ido repitiendo desde entonces en diferentes formas en la ciudad y en algunos municipios del estado, casi siempre en forma asociada a la detención de algún cabecilla de grupos de nacotraficantes o al escape de éstos.

Pero Jalisco no sólo ha vivido los bloqueos: en noviembre de 2011 fueron abandonados camionetas con los cuerpos de veintitantas personas secuestradas y asesinadas, en uno de los puntos de mayor tránsito vehicular, ahí donde todos los pudimos ver. Unos meses después otros cuerpos fueron encontrados abandonados cerca de la zona metropolitana de Guadalajara. Las personas que fueron asesinadas en esa ocasión, fueron víctimas elegidas completamente al azar.

La razón de realizar estos bloqueos sólo lo pueden decir con toda claridad los mismos grupos o bandas de narcotraficantes, pero el resultado lo podemos sentir todos: es la mezcla de sentimientos entre la impotencia por no poder resolverlo y el temor (que cada vez se convierte más en terror), por sentir que en cualquier momento podríamos quedar detenidos en estas acciones.

¿A quién no le preocupa que al detener e incendiar uno de los camiones, sea el que usamos para ir al trabajo o en el que se van nuestros hijos a la escuela?

¿Quién puede estar tranquilo si ahora, salir en familia por las carreteras de Jalisco, se convierten en un factor de riesgo por la posibilidad de que lo despojen a uno de su auto y lo dejen a uno abandonado a media carretera con los hijos y la pareja?

Y peor aún, el ambiente es tan negativo que ahora nos sentimos agradecidos con los grupos que nos aterrorizan porque “casi” no hay muertos. En qué grado de miedo y de descomposición nos encontramos cuando nos sentimos aliviados cuando decimos que “sólo causaron daños materiales”, o que “sólo mataron a una o dos personas y por accidente”, cuando nos debería seguir indignando que alguien tome lo que no es suyo, que alguien nos despoje de nuestros bienes, que alguien tome la vida de alguno de nuestros amigos, de nuestros vecinos o de alguien completamente desconocido, pero que no tenía por qué ser asesinado.

En los primeros casos en los que ha habido personas asesinadas, se habló de ajustes de cuentas entre narcotraficantes, entre delincuentes, aunque eso no significa que sea correcto o justo que las maten.

Creo que el momento de mayor preocupación respecto a cómo percibimos estas acciones violentas lo encontramos en cómo reflexionamos cuando hace meses encontraron cuerpos en áreas cercanas a la Zona Metropolitana de Guadalajara, aquella ocasión en que se dio a conocer que las personas asesinadas no eran delincuentes, ni adictos, ni intermediarios, eran personas elegidas al azar para ser asesinadas.

Llegamos a pensar que estas personas fueron asesinadas por pura mala suerte, pero no. No fue la mala suerte la que les arrebató la vida: fue la falta de acciones de quien debe protegernos, la falta de previsión de las autoridades en funciones, pero también de quien en el pasado nos dejaron desprotegidos debido a la falta de inteligencia, por negligencia, o peor aún, por complicidad para dejar crecer al crimen organizado. Me refiero por igual a los gobiernos del PRI, del PAN y del PRD, que son los que han tenido el poder en los congresos locales y federales, en los municipios y los estados, en las delegaciones y en el gobierno del Distrito Federal, igual que en la Presidencia de la República.

En unas semanas comenzarán los cambios en los congresos, en los gobiernos municipales, en la Presidencia de la República y, finalmente, en el gobierno de Jalisco y sin duda el principal reto que tienen enfrente las nuevas autoridades, es generar un cambio en la seguridad, en el combate a la delincuencia, en brindarnos la tranquilidad de que alguien nos cuida, no por bondad, ni por instinto protector, sino porque para ello fueron elegidos, para eso los contratamos como nuestros representantes, para que apliquen esa fuerza que reside en el Estado y que debe ser utilizada para nuestro beneficio.

Nadie espera que las nuevas autoridades lleguen con una varita mágica a cambiarlo todo, pero sí esperamos que utilicen eficazmente los recursos que toman de nuestros bolsillos para brindarnos esa seguridad que merecemos los ciudadanos.

Dejemos de pensar que nuestra seguridad depende de la buena voluntad de los delincuentes o de la suerte con la que amanecimos, depende de la fuerza con la que el gobierno cuide de nosotros y ejerza su funciones.

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