Dos miradas hacia la migración

DIVISADERO/Eduardo González

La migración es un fenómeno complejo, multidimensional, multifactorial y multicausal, si además lo miramos de manera monocromática o tratamos de solucionarlo desde una sola arista la complejidad y los pobres resultados arrecian.

Es precisamente esta situación la que se ha presentado en México y Estados Unidos en los últimos diez días.

Dos maneras diferentes de atender el flujo migratorio, con dos resultados diametralmente opuestos.

Por un lado, la insistencia del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador de generar condiciones favorables en los países centroamericanos para frenar la migración; y por el otro, la postura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de llevar la política migratoria al campo de la economía y del comercio amenazando con imponer mayores aranceles a los productos mexicanos si el gobierno de nuestro país no detiene a los centroamericanos que se dirigen a la Unión Americana.

Vayamos por partes. Desde México se insiste en la puesta en marcha del Plan de Desarrollo Integral para apuntalar la economía de los países del Triángulo del Norte (Honduras, El Salvador y Guatemala), y con ello favorecer la creación de fuentes de empleo que ofrezcan alternativas a los ciudadanos para quedarse en sus terruños y no salir huyendo.

El Plan avalado por la CEPAL pretende a través de la inversión pública y privada potenciar cinco proyectos de inversión en energía eléctrica y gas natural, en infraestructura ferroviaria y en actividad comercial.

Con ello, El Salvador, Honduras y Guatemala podrían generar más de los 127 mil empleos que producen, pues la demanda laboral de sus jóvenes asciende a 362 mil nuevos empleos por año.

En tanto, México propone detener la migración en el origen, desde Estados Unidos se continúa criminalizando la búsqueda de un lugar para vivir y se insiste en presionar a nuestro país para que siga siendo el gendarme del sur.

Primero dijo Donald Trump que México “no hace nada para frenar el flujo de ilegales” a la frontera con Estados Unidos, y luego el jueves pasado el inquilino de la Casa Blanca subió el tono de la reyerta, y llevó el fenómeno migratorio a un terreno harto espinoso y de difícil tránsito: el intercambio comercial entre las dos naciones.

Si de por sí, el tema migratorio es complejo, al agregarle el tema comercial, que es de las actividades más reguladas en el mundo, la madeja se enreda más.

El presidente norteamericano amenazó con imponer un arancel del 5% a todos los productos importados de México a partir del 10 de junio; no paró ahí.

Dijo que ese gravamen iría aumentando gradualmente hasta 25%. Subirá al 10% a partir del 1 de julio; al 15% a partir del 1 de agosto; al 20% desde septiembre; y 25% a partir de octubre, en tanto no se detenga significativamente el flujo migratorio.

Si atendemos a las razones que obligan a los centroamericanos a migrar (económicas, políticas, violencia callejera, crimen organizado), podemos dar por hecho que los aranceles llegarán a 25%.

No deja de llamar la atención, que el anuncio de Trump se realiza a días de que sea ratificado el nuevo tratado comercial T-MEC con México y Canadá.

La respuesta de Trump se sustenta, según el presidente, en la Ley de Poderes de Emergencias Económicas Internacionales, que se alinea a la emergencia nacional declarada hace varias semanas.

Sin duda, vendrán las reacciones en los tribunales y en los consumidores estadunidenses, así como en la planta productiva del vecino del norte.

Las amenazas de Trump no pararon ahí. Se está considerando aplicar nuevas restricciones para otorgar asilo a centroamericanos.

La propuesta sería negar asilo a quienes hayan residido en un país diferente al suyo antes de llegar a Estados Unidos, lo cual se aplicaría a todo centroamericano que hubiese pasado por México (La Opinión, 31 de mayo de 2019).

En nuestro país se encuentran unos 24 mil centroamericanos. Por otro lado, el gobierno de Estados Unidos tiene la intención de enviar ochenta agentes al norte de Guatemala para ayudar a las autoridades de aquel país a frenar la migración.

La respuesta de Andrés Manuel López Obrador, sin duda ha sido la más firme durante el tiempo que el tabasqueño lleva en la presidencia.

Fue claro en no subirse al pleito placero, pero mostrando firmeza en las declaraciones, y cosechando por lo mismo el apoyo generalizado de Morena y el resto de los partidos políticos, así como de los grupos empresariales del país.

Si bien, en caso de concretarse la amenaza de Donald Trump hacia la economía de México, serían los consumidores estadunidenses quien pagasen las consecuencias en el incremento de los precios.

Por vía de mientras, el viernes pasado se desplomó el peso frente al dólar, cayó la Bolsa Mexicana de Valores, y se estableció un nuevo ajuste a la baja en las expectativas de crecimiento del producto interno bruto.

La lectura que realiza el jefe de la Casa Blanca del fenómeno migratorio es errónea; las soluciones que ofrece para detener la sangría poblacional no corresponden a la realidad; lo que publica en su tuiter es como llevar un galón de gasolina para apagar un incendio.

A no dudar, en los últimos días, la sensatez en las estrategias para detener la migración centroamericana ha salido de la presidencia de México.

Estoy cierto, que hoy más que nunca frente al fenómeno migratorio existen dos miradas encontradas.

Profesor investigador del TEC de Monterrey

@contodoytriques

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