Por Eugenia Barajas
Una vez, hace algunos años, le pregunté que significaba la letra jota al inicio de su nombre, nada, me respondió.
No sabía si era broma por lo que insistí en la duda, ¿cómo, no es de José? No, insistió, no significa nada, cuando me registraron el oficial puso esa letra por equivocación o por pensar que me llamarían José Trinidad, pero no y se quedó la letra sola registrada en mi acta de nacimiento, me explicó.
Esa es una de las tantas anécdotas que por 55 años ha contado a quién ha tenido la fortuna de considerarlo como amigo, dejando de lado al hoy funcionario y antaño bombero de profesión y corazón.
J. Trinidad López Rivas recibió un homenaje por «55 años de servicio ininterrumpido» decía la manta colocada a espaldas del presidium en Palacio de Gobierno de Jalisco, donde se llevo a cabo el evento.
Fueron dos agradecimientos en papel los que llegaron a sus manos, el más grande enmarcado en cristal lo entregaba el gobernador, Aristóteles Sandoval, al ser miembro del gabinete como Director de la Unidad Estatal de Protección Civil y Bomberos Jalisco.
El segundo, en una carpeta de piel, con la firma al calce del presidente de México, Enrique Peña Nieto.
Su estancia en el cuartel sería de solo tres meses, para conocer ese mundo, ya que esperaba ejercer como contador privado y mecánico automotriz, así lo consigné en un reportaje cuando cumplió 40 años de servicio y pasar nueve administraciones, tanto panistas como priistas.
«Accidentes, sí muchos, de todo tipo, una vez me arrastró el tren, en dos ocasiones choqué en la motobomba, en otra me sacaron del río porque me estaba ahogando», contó en ese entonces.
Con 55 años de servicio, un bastón, enfrentar varios huracanes destructivos, una explosión en drenaje de Gante, incendios en almacenes, jugueterías, compañeros perdidos, rescates en inundaciones, y un gran equipo en la Unidad Estatal de Protección Civil solo se le agradeció el servicio desinteresado de un gran ser humano.
