LA MÉNDIGA POLÍTICA ENTRE JÓVENES. Un espacio para debatir
En este espacio, cuatro representantes de partidos políticos debatirán abiertamente los temas actuales, sin restricciones, sin censura, pero con la nueva visión de los jóvenes.
Opinión central
Tráfico de Influencias
MC
Alejandro Hermosillo
La Organización de las Naciones Unidas define al conflicto de interés como “Una situación en que los intereses privados de una persona —como relaciones profesionales externas o activos financieros personales— interfieren o puede entenderse que interfieren con el cumplimiento de sus funciones oficiales”. Es decir, citando al periodista Enrique Toussaint es el momento en el que se somete la primacía del interés individual por sobre el interés colectivo en la decisión de un funcionario. Constituye un acto de confusión de mandatos, ya que se subordina el bien de todos por el bien personal del político o por el bien económico de una empresa. En términos prácticos, el tráfico de influencias es primo hermano de la corrupción, generalmente caminan juntos. Ambos lastiman fuertemente la democracia y la credibilidad.
Desafortunadamente, en el caso mexicano, la verdad supera a la teoría y en nuestro país tenemos la mejor definición de “tráfico de influencias” ejemplificada en el Gobierno Federal. Por una parte, un grupo constructor con fuertes intereses en la obra pública y los negocios con presupuesto público, y por otra, dos funcionarios con la vieja escuela priista con muchas ganas de volverse asquerosamente millonarios. Pésima combinación.
Es verdaderamente ofensivo ver al Presidente de la República (o a su esposa) y al Secretario de Hacienda tratando de explicar por qué tienen propiedades entregadas por Grupo HIGA, una empresa vinculada con contratos multimillonarios del Gobierno de México. Ridículo ver que con una cara dicen que van a combatir la corrupción, que van a eliminar la impunidad y con la otra hacen negocios que a todas luces incurren en tráfico de influencias.
Imagino perfecto la escena. Grupo HIGA pensando en una estrategia para poder ganar contratos millonarios del Gobierno Federal. Alguien sugiere hacer una propuesta rentable, adquirir tecnología, ofrecer servicios de calidad y a un precio considerable… Inmediatamente lo callan. Espera, tenemos una mejor forma. Ofréceles casas al Presidente y a su Secretario de Hacienda, no falla. Al final solo recuérdales la frase que tanto les gusta escuchar: “Lo bueno es que el PRI roba, pero deja robar”. Nadie dirá nada.
Y sí, todo les salió acorde al plan. Sobornaron a funcionarios, estos aceptaron cayendo en una evidente situación de conflicto de interés, pero poco les importó. Después regresaron el favor con buenos contratos y concursos favorables, pero lo único que no consideraron y que se salió del plan, es que aunque el PRI es el mismo de siempre, la sociedad no. Su tráfico de influencias ya no quedará en el anonimato ni, esperemos, en la impunidad.
No basta con que vendan la casa en conflicto o que manden un comunicado, lo que nuestro país necesita es tomar el ejemplo de los alemanes o de los escandinavos y castigar con todo el peso de la ley a los corruptos y a los que trafiquen con sus influencias.
@ALEXHSILLO
Réplicas
PRI
César Ruvalcaba
El tráfico de influencias – al igual que la corrupción – es uno de los males que aquejan a nuestro país y que lesionan la credibilidad del servicio público. Entender esta práctica pasa necesariamente por comprender la delicada vinculación que pueden tener los intereses privados de una persona con el cumplimiento de sus funciones oficiales (emanadas de un cargo público).
En los últimos días han corrido ríos de tinta acerca de este tema, especialmente vinculado con los contratos inmobiliarios que celebraron la primera dama, Angélica Rivera y el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray para la adquisición de casas con Grupo HIGA.
Sin duda, estos casos han sido ampliamente tratados por resultar sospechosos dados los contratos que ha celebrado el Gobierno Federal con dicho grupo. No obstante, es importante definir que en ningún punto se ha comprobado que estos acuerdos comerciales (que pueden ser celebrados por cualquier persona) hayan derivado en una ventaja competitiva para dicha empresa.
La posición de algunos actores implica una lógica simplista que raya en lo absurdo: cualquier personaje público que celebre contratos con una empresa que otorgue servicios al Estado puede ser tachado como traficante de influencias y corrupto.
En este sentido, es necesario establecer que la división entre lo público y lo privado es bastante difusa, no obstante, tanto se han satanizado las operaciones comerciales realizadas por estos funcionarios que es necesario contrastar hechos que de verdad representan tráfico de influencias: por ejemplo, recordemos el caso de Juan Camilo Mouriño Terrazo que durante su gestión como diputado federal del PAN y específicamente como Presidente de la Comisión de Energía firmó contratos con PEMEX como apoderado de Transportes Ivancar, o el caso de los hijos de Marta Sahagún de Fox y sus “gestiones” para que empresas como Oceanografía firmarán contratos con PEMEX.
Y en casos más locales, la empresa Ocean Wiew en la cual Enrique Alfaro y otra decena de actores políticos panistas se dedicaron a especular – al parecer con información privilegiada – acerca de negocios inmobiliarios que les redituaron pecuniariamente durante la última administración estatal.
Estos ejemplos ilustran de manera precisa el tráfico de influencias que se traduce en ventajas competitivas y ganancias personales. Es importante ser enfáticos: no quiero decir que se deje cuestionar la naturaleza de las relaciones de los funcionarios con empresas, sino que entendamos y conceptualicemos apropiadamente cuando se trata de asuntos estrictamente particulares y cuando estos se traducen en afectaciones públicas.
Coincido con Alejandro, es necesario establecer mecanismos y preceptos que aseguren que la corrupción y el tráfico de influencias dejen de existir. Empezar es lo difícil, la toma de conciencia de los ciudadanos, que es el primer paso, ya está dado.
@Cesar_Ruvalcaba
PAN
César Iñíguez
Las democracias son un sistema imperfecto que puede ir mejorando con acciones contundentes y con mucha voluntad; afortunadamente hay países con una democracia más fortalecida que en otros, pero en el caso de nuestro país, nos falta mucho camino por recorrer.
En los países subdesarrollados, como el nuestro, contamos con grandes riesgos en muchos rubros, sin duda, uno muy importante en una democracia en crecimiento es el abuso del poder de quienes lo ostentan.
Reza el adagio popular, quien no tiene y llega a tener, loco se quiere volver.
Es el caso de muchos representantes populares, quienes al tener manejo de recursos y una oportunidad única de encontrarse con las arcas abiertas, no dudan en favorecerse y aprovecharse del momento.
Hablo de las arcas en el amplio sentido de la palabra, refiriéndome a los recursos materiales, humanos, legales y todo lo que implique beneficiarse del poder sin ser merecedor a ello.
Un ejemplo claro es aquel junior, hijo de un poderoso que le dan trato preferencial en cualquier lugar al que va, o el representante popular que utiliza su cargo para favorecerse en asuntos que le traen ventaja.
Aquel presidente municipal que usa los bienes del ayuntamiento para construir sus fincas, o aquel representante popular que favorece amigos o familiares en asuntos, que normalmente no se pudieron haber resuelto por ser ilegales o no contar con el derecho para hacerlos.
Tráfico de influencias es, por ejemplo, que el hermano de un presidente de la república haya tenido un enriquecimiento inexplicable, con un patrimonio exorbitante que incluían cuentas bancarias en el extranjero. El colmo del tráfico de influencias es que bajo este supuesto, el hermano haya sido detenido por esta causa y después, al llegar un gobierno afín al de su hermano, fuera exonerado y le hayan devuelto todos los bienes confiscados.
Tráfico de influencias es que los hijastros de un presidente de la república de un partido se hayan enriquecido inexplicablemente y en las siguientes elecciones, al hacer un cálculo electoral y ver que su partido no ganaría las elecciones, manifestara su apoyo por otro partido diferente al suyo con tal de obtener favores e impunidad.
Tráfico de influencias es que un presidente de la república (o su esposa) haya comprado una vivienda que no corresponden a sus ingresos, casualmente a una empresa que es favorecida por contratos multimillonarios de su gobierno.
¿Por qué hay tantos casos de tráfico de influencias en nuestro país?
Pues porque simplemente no pasa nada.
Las cosas en México van a cambiar cuando realmente haya una transformación del sistema y haya realmente justicia.
PRD
Daniel López
@DanielLopezJal
1 comentario
La primera pregunta que hay que hacerse Cuánto vale una campaña electoral? Luego saque cuentas de cuanto va a recibir quién se candidato. Le dan las cuentas? Ahora trate de imaginar que no tiene dinero suficiente para aventurarse tres meses sin recibir salario y en cambio tiene que ocuparse de gastos como gasolina, publicidad, etc… De dónde sale ese dinero? Ahora como dice el dicho «las viejas y la lana se notan» Estamos ante la dictadura perfecta porque ya no es de un solo partido hegemonico, sino de una partidocracia que se reparte el botín y le hacen al loco de que existe democracia. Todos son iguales. MC, PRI, PAN, PRD….