LA MÉNDIGA POLÍTICA ENTRE JÓVENES. Un espacio para debatir
En este espacio, cuatro representantes de partidos políticos debatirán abiertamente los temas actuales, sin restricciones, sin censura, pero con la nueva visión de los jóvenes.
Opinión central
Combate a la corrupción
PAN
César Iñíguez
Uno de los grandes males que aquejan a nuestra población es sin duda la corrupción.
La corrupción está en la vida diaria, en lo público y lo privado.
Muchas veces decimos que es un problema cultural de nuestro pueblo; pero no es así.
Nuestro problema es sistémico.
Por ejemplo, muchos de nuestros paisanos que viven en Estado Unidos cambian en automático su comportamiento al cruzar la frontera, dejan de tirar basura en la calle, se ponen el cinturón al conducir, cruzan por las esquinas, en fin, se adaptan a las reglas.
Otro ejemplo también, es el caso de Corea del Norte y Corea del Sur, toda su historia fue compartida; sus costumbres, su cultura, su gente; desde hace poco más de 60 años que son países distintos, con resultados también, diametralmente distintos, a causa del sistema que rige su gobierno.
Corea del Sur promedia 15 veces más de ingreso per-cápita por habitante, comparado con su vecino del norte; que gozan de mejores condiciones y tienen 12 años más esperanza de vida que sus vecinos.
Los habitantes sur-coreanos tienen mayor confianza y percepción en la lucha contra la corrupción, y en las calificadoras internacionales tienen alta confiabilidad, contra sus vecinos del norte, que son percibidos mundialmente como un país muy corrupto.
En nuestro país tenemos un gran problema de corrupción; la muestra clara es que tenemos al Presidente del República diciendo en un decálogo que luchará contra la corrupción y es incapaz de aclarar el conflicto de intereses (y de ingresos por supuesto) que representa la construcción de la casa en la que habita con los contratistas de su gobierno, que lo acompañan desde que era gobernador.
Es lamentable como el Presidente dice que se deberá atender la rendición de cuentas, cuando omitió en su declaración patrimonial los bienes de su esposa.
Los organismos encargados del combate a la corrupción deben ser independientes, no como ahora sucede que son subordinados.
El Secretario de la Función Pública, los contralores estatales y municipales forman parte del organigrama.
Son empleados del Presidente de la República, del gobernador y del presidente municipal en turno; no hay lucha, no hay combate a la corrupción, porque simple y llanamente son empleados.
Hay que cambiar el sistema.
El PAN Nacional hizo una propuesta integral, que contiene una reforma constitucional para crear un Sistema Nacional Antocurrupción.
La iniciativa da creación de un Consejo Nacional para la Ética, acompañado de comités ciudadanos vigilantes y con observatorios, autónomos que no tengan relación gubernamental.
Independizar las contralorías y las auditorías superiores en los estados y la federación, para que realicen sus actividades sin conflicto de intereses.
La tarea de atacar a la corrupción nos compete a todos, sin excepción, solamente así, tendremos un mejor entorno
@CesarIniguezG
Réplicas
PRI
César Ruvalcaba
Uno de los principales problemas que han aquejado a México y en general a todas las naciones del mundo es el de la corrupción: la práctica de sobornar a autoridades y eludir las responsabilidades que en función de omisiones, acciones y capacidades se generan para cada persona o autoridad es un mal universal.
Tal es la fuerza de este fenómeno que, en 2013, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró al 09 de diciembre como el Día Internacional Contra la Corrupción para crear conciencia de este fenómeno y sus consecuencias que debilitan la fuerza de la ley y condenan al subdesarrollo a generaciones enteras.
En México, la corrupción ha estado presente desde la época de la conquista, y varias generaciones la hemos visto acentuada especialmente en los últimos dos gobiernos federales – los del denominado cambio – que la llevaron a prácticas refinadas pero igualmente nocivas: el nepotismo (recordemos el caso de los Bribiesca Sahagún, hijastros de Vicente Fox), el tráfico de influencias (plasmado en el caso del ex secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño), los casos de extorsión y uso indebido de información privilegiada para fines personales que en Jalisco lo ha ejemplificado de manera magistral Enrique Alfaro y el ex líder panista Eduardo Rosales, quienes aprovechándose de esta ventaja erigieron negocios en torno a las relaciones que el poder les generó.
Estas trágicas escenas solo nos permiten coincidir en que los números reflejan de manera magistral la realidad: según el Índice de percepción de Corrupción 2013, de Transparencia Internacional, México obtuvo sólo 34 puntos de 100 posibles, lo que lo ubica en la posición 106 de 177 países.
No obstante, a pesar de esta dura medición, es necesario comentar que la estrategia actual de combate a la corrupción precisamente desea acabar con este flagelo por medio de la transparencia: por ello se han publicado las declaraciones patrimoniales hasta del Presidente de la República: dicen que el que nada debe nada teme, y esto ha sido patente en el actual gobierno federal.
Hoy, en el marco de este día internacional, es una oportunidad de hacer conciencia desde casa, la escuela y sobre todo, desde las instituciones del Estado, entendiendo que la corrupción y la impunidad debilitan al estado democrático, obstaculizan el desarrollo económico e imposibilitan el satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos.
Tenemos que iniciar, desde nuestros entornos inmediatos, una cruzada nacional contra la corrupción que permee nuestras relaciones con los demás y con las autoridades.
@Cesar_Ruvalcaba
PRD
Daniel López
@DanielLopezJal
MC
Alejandro Hermosillo
¿Qué le falta a México? Es una pregunta que me hago constantemente. Salgo a la calle y me doy cuenta que somos ricos en recursos naturales, tenemos un clima privilegiado para cualquier actividad, turística o de producción y, sobre todo, contamos con gente trabajadora, alegre, llena de creatividad. ¿Y entonces? ¿No era eso lo necesario para tener un país exitoso? ¿En qué momento perdimos un partido ganado?
La respuesta es simple: el problema que tiene nuestro país se llama corrupción. Ni el ecosistema más abundante, ni el clima más propenso ni la gente más valiosa aguantan años y años de saqueo de abusivos corruptos.
Nos acostumbramos a ver que los políticos se enriquecen de formas groseras. Se nos hizo normal que un Presidente tenga una casa con elevador y propiedades para vivir en una casa distinta cada mes, sin poder justificar de dónde salió todo eso. Pensamos que era común que las licitaciones fueran amañadas, que los impuestos pagaran las campañas y que la corrupción fuera una forma de vida. El PRI se esmeró en hacernos creer que las cosas así funcionaban mejor. “Nosotros robamos, pero dejamos robar” decían con orgullo, sin darse cuenta del tremendo daño que estaban haciéndole al país.
Por eso, combatir la corrupción no es solo un tema de dinero. Sacar a patadas a quien robe, a quien quiera lucrar con lo que es de todos, cambiaría la mentalidad del mexicano. Cuando metamos tras las rejas a los políticos corruptos, cuando veamos que ningún mexicano, por más influyente que sea, está por encima de la ley, la sociedad en su conjunto responderá igual.
No necesitamos soluciones mágicas ni descubrir el hilo negro. Hace unos días vino a nuestro ciudad un político ejemplar a recordárnoslo. Lo que se necesita es decisión. Pepe Mujica, Presidente de Uruguay, no ha destacado por la innovación de sus ideas o la modernidad que representa. Lo que el mundo entero le reconoce es algo tan sencillo de entender como complejo de encontrar: congruencia. “Yo no he hecho nada extraordinario. Lo único que hago es no robar y decir la verdad” dice Mujica y nos deja pensando.
México ya cambió. Los ciudadanos entendimos que estamos por encima de los políticos. Es momento de sacar para siempre a quienes creen que la corrupción y la impunidad es el camino, para dar pie a gobiernos y sociedades donde el común denominador sea el bien de nuestra gente. Empecemos en nosotros, sí. Pero no solamente en nuestras acciones individuales, sino de forma colectiva, exigiendo que el sistema político cambie. No hay nada más fuerte que una idea a la que le llegó su tiempo y este, este es el tiempo de nuestro país.