Periodistas mexicanos “sobreviven” al informar en sus comunidades

 

Los periodistas de Veracruz, Oaxaca, Tamaulipas y Chihuahua practican la estrategia de “la luz verde o roja” con el crimen organizado para evitar agresiones

Las agresiones contra los periodistas han incrementado en las últimas tres décadas en México. Los ataques son frecuentes en “zonas periféricas”, controladas por la delincuencia organizada; en regiones con poca independencia política y económica, donde los periodistas despliegan estrategias de resistencia.

Esta es la premisa del libro Surviving México. Resistencia y resiliencia entre periodistas en el siglo XXI, editado por la University of Texas Press, de las autoras Celeste González de Bustamante y Jeannine Relly, el cual fue presentado en el marco del Seminario Permanente del Observatorio sobre Libertad de Expresión y Violencia contra Periodistas, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la UdeG.

Las zonas periféricas se encuentran en los estados de Veracruz, Tamaulipas, Tabasco, Chihuahua o Tamaulipas, aunque a lo largo del país en general se registran agresiones y homicidios contra periodistas.

La profesora del Departamento de Estudios México-Americanos y del Centro para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Arizona, y coautora del volumen, doctora Celeste González de Bustamante, explicó que otro factor es la limitada autonomía para decidir sobre la cobertura informativa sin que represente un riesgo.

“Esto se debe a que al menos hay 16 grupos criminales que operan en México y crean una situación difícil para saber cuáles son las reglas escritas y cuáles no para poder hacer su trabajo sin ser atacados”, destacó.

Afirmó que sin importar la figura presidencial del momento o el partido político en turno, los ataques contra reporteros, periodistas o medios de comunicación persisten, pese a la vigencia de la Ley para Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.

“No importa cuál administración está en el país: PRI, PAN, Morena, los ataques siguen aún después de la implementación de leyes en el país, como la creación del Mecanismo de Protección a Periodistas”, abundó González de Bustamante.

El problema, dijo, se ha agravado desde el homicidio “narco político” del periodista Manuel Buendía en 1984.

Para sobrevivir y evitar represalias de los grupos criminales, los periodistas esperan una llamada telefónica que apruebe la publicación. Publicar sin esa llamada implica un riesgo a la seguridad del periodista y el medio de comunicación.

“‘Si no te doy luz verde, vas a ver’; pero si reciben la llamada ya pueden publicar. Sin recibirla, no hubieran podido”, compartió la autora.

Se trata de una regla no escrita que funciona en diferentes entidades. Si se viola esta regla, recalcó González de Bustamante, es cuando los reporteros sufren una agresión.

La profesora-investigadora del Departamentos de Estudios de la Comunicación Social (DECS) de la UdeG, doctora María Elena Hernández, destacó que este libro informa con eficacia sobre dos factores poco abordados: las agresiones contra los y las periodistas, y las causas estructurales.

“La población ignora no sólo la difícil situación de los periodistas, sino también los factores estructurales que la explican, y la integración del poder del crimen organizado en esas dinámicas que acrecientan la violencia contra los periodistas en México”, explicó.

“No se trata de un (único) periodo presidencial a lo largo de las décadas; se ve que la violencia contra los periodistas es resultado de la imbricación de los diferentes poderes de los carteles y de las organizaciones del crimen organizado”, dijo la coautora.

Habló de la relevancia de vivir en el país más peligroso para ejercer el periodismo, afirmación que debería incluir el contexto bajo el que trabajan: las dinámicas geopolíticas y la extensión de los carteles en Estados Unidos, uno de los principales puntos de destino y distribución global de la droga.

El trabajo de González de Bustamante y de Jeannine Relly está dedicado a los periodistas asesinados mientras informaban a sus comunidades.

Agresiones contra periodistas

Entre 1984 a 2022 han asesinado a 262 periodistas.
Entre 2000 y 2022 han asesinado a 154 comunicadores, 144 hombres y 12 mujeres.
En el primer semestre de 2021 se registraron más de 362 agresiones contra periodistas en México (un promedio, de 12 cada hora).
En lo que va de 2022 se ha registrado una agresión contra periodistas cada 14 horas.
México ocupa el sexto lugar del Índice Global de Impunidad del Banco Mundial.

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