HABLEMOS DE DERECHOS Salvador Romero
La respuesta corta es: En México no lo sabemos.
Efectivamente, los diferentes laboratorios que han desarrollado las vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2 (responsable del COVID-19), han manejado con mucha opacidad los costos de producción de sus respectivas vacunas, con relativamente poca información disponible sobre la inversión necesaria para desarrollarlas y sus respectivos precios de venta “al público”, lo que les ha permitido diferenciar sus precios por país, y obligando a muchos de ellos como México a firmar acuerdos de confidencialidad respecto al precio de compra.
Esta práctica es bastante común durante la mayor parte de las transacciones comerciales en todo el Mundo, ya que quien vende un bien o servicio busca siempre obtener la máxima utilidad posible por dicha operación, y buena parte de dicho objetivo se consigue a través de ocultar al potencial comprador dos datos sobre el producto: su costo de producción y el precio más bajo en que ha vendido dicho producto antes.
De este manejo opaco y especulativo de las farmacéuticas han sido cómplices los gobiernos de muchos países, como el mexicano, que han acordado con los laboratorios no revelar los costos de las vacunas en los contratos de suministros correspondientes, bajo el argumento de que hacerlo pondría en riesgo la salud de todas y todos los mexicanos, pues traería graves consecuencias para la negociación de futuras adquisiciones e, incluso, podría implicar la suspensión en la entrega de las dosis de vacunas ya pactadas.
Este argumento de las autoridades mexicanas ha sido confirmado por el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), habiendo validado la publicación de una “versión pública de los contratos” con los laboratorios, en la cual se suprimen o testan los detalles principales y más importantes, como el costo de las vacunas y los periodos de entrega pactados, así como la totalidad de los anexos, basados en las restricciones impuestas por los laboratorios.
Sin embargo, me parece que la Organización Mundial de la Salud y los países más ricos del Mundo también han sido en buena medida corresponsables de que los laboratorios busquen ocultar el costo de las vacunas, ya que, ante una pandemia de esta magnitud, debió haberse establecido como una norma general que existiera absoluta transparencia respecto al precio en que se venden las vacunas a cada país, con el objeto de evitar especulaciones comerciales sobre un tema que lleva implícita la salud y vida de muchas personas y, además, evitar con ello la opacidad y falta de rendición de cuentas en aquellos países que decidieron comprar sujetos a dichas condiciones de confidencialidad.
Programas establecidos desde el mes de abril del 2020 como el “Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19” y uno de sus pilares denominado COVAX, diseñado para garantizar el abasto de vacunas equitativo a todo el Planeta bajo el slogan “nadie estará seguro, hasta que todos estemos seguros”, han fallado rotundamente, ya que los países ricos acapararon en el primer semestre de este 2021 prácticamente la totalidad de la producción disponible, dejando pocos márgenes de negociación para los países del tercer mundo como el nuestro, y que nos han impedido conocer a las y los mexicanos cuánto estamos pagando por cada una de las dosis de las vacunas que nos han puesto, a diferencia de lo que ha sucedido en muchos países del Primer Mundo que sí han transparentado el costo de las vacunas que han adquirido.
Finalmente, el problema de no tener acceso a la totalidad de los contratos y sus anexos, implica también que no sabemos si estamos pagando más o menos que otros países que sí han hecho público dicho dato; tampoco sabemos si nuestros gobernantes son grandes o pésimos negociadores y, además, ante casos como el reciente anuncio de los laboratorios CanSino, en el sentido de que siempre sí es recomendable una segunda dosis 6 meses después de la originalmente anunciada como “única dosis”, conlleva alguna penalización para dicha farmacéutica o no.
