Impunidad

HACIENDO ADOBES

Miguel Zárate

Lo que más duele de tanto crimen es la impunidad. Como en todas las administraciones de gobierno, lo que sobran son excusas, pero hay que ser parejos y justos en las apreciaciones.

Tan malo es justificar los hechos del hampa organizada como si la misma hubiera llegado de otro planeta como olvidar que, en realidad, se trata de un fenómeno que se ha permitido crecer en el presente régimen por pretextos que van desde “no hacemos la guerra sino la paz” o la inexplicable tolerancia, el dejar hacer lo que le venga en gana a los grupos delincuenciales sin freno alguno.

Todo, en aras de la “tranquilidad ciudadana”, como sucedió tristemente en Sinaloa con el hijo del Chapo o, como de hecho acontece casi todos los días en puntos focalizados del territorio nacional, incluido naturalmente Jalisco.

Las abominables acciones han llegado a lo insospechado. ¿Puede cualquiera imaginar el estupor y pánico de una familia a la que en su propio hogar le arrebatan a tres de sus hijos y materialmente los llevan a rastras para, después, ultimarlos brutalmente y tirar sus cuerpos?

No sabemos si hay o no otras razones que llevaron a los sicarios enviados a cumplir tan brutal tarea, si bien la línea aquella de la confusión resulta difícil de ser creíble.

Lo cierto es que ahora sí no puede caber duda de que nadie, pero nadie está a salvo. Los cárteles se han venido empoderando en vez de disminuir su fuerza.

Hay que verlo incluso al margen de toda apreciación política: estas organizaciones no tienen freno ni nada que les contenga. Pueden tomar nuestras calles como les plazca, abatir a tiros a un objetivo a plena luz del día, asesinar policías a mansalva, acribillar grupos enteros hasta en el interior de restaurantes o bares y, por supuesto, también liquidar a figuras que en un momento llegaron a ser protagonistas en algún sentido.

Lo malo es que si se reclama a la autoridad local o estatal, simplemente dirá que el tema es del orden federal, mientras que en este nivel de gobierno aducirán falta de coordinación con las entidad y por su parte el establecimiento de nuevas políticas que impiden ser más enérgicos y contundentes “por humanismo”.

Los millares de personas que concurrieron al llamado de la Federación de Estudiantes Universitarios tuvieron buenas razones para hacer significativa la profunda preocupación de la sociedad por los hechos y la forma en que perdieron la vida tres jóvenes y no hay forma de que esto deje fuera la responsabilidad de todos los involucrados de hacer prevalecer la paz.

Es un hecho que la comunidad jalisciense está inconforme con el manejo que se ha dado a diversos crímenes, ya que hasta los que han tenido mayor repercusión no se esclarecen. No hay que tapar el sol con un dedo: algo y de fondo no está funcionando en la Fiscalía General del Estado y en el equipo de seguridad de Jalisco.

Habrá que proceder y hacerlo sin miramientos. Es hora de que se tomen medidas drásticas, y hay que hacerlo a la brevedad. Sin embargo, también hay que tener en mente que el poder del hampa y de los cárteles suele rebasar la capacidad local para combatirlo.

Entonces, sí hay que advertir que la estrategia nacional en este sentido es prácticamente un rotundo fracaso. Así de sencillo. Lo vemos todos los días aquí, en Guanajuato, en Michoacán o en la misma ciudad de México: la política pacificadora al estilo presidencial no va de acuerdo con la realidad. El problema es que el gobierno central no quiere aceptarlo.

Y así como nos conmueve al máximo el asesinato de tres jóvenes que no imaginamos qué pudieron haber hecho como para ser objeto de tanta saña de sus victimarios. Ya no hay tiempo ni espacio para más excusas. Sólo hay que hacer lo que se tenga que hacer.

Sería imperdonable permitir se cometan más crímenes, sería inhumano y cruel que los cometidos sigan, como hasta ahora, impunes, dolorosamente impunes.

Regidor del PAN en el Ayuntamiento de Guadalajara

@Miguel_ZarateH

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.