Agua y política

HACIENDO ADOBES

Miguel Zárate

 

Hay un amplio sector de la población de la capital tapatía que está molesto, muy molesto ante los problemas de escasez de agua.

Y no son pocos. Se trata de unas 200 colonias o más que resultan las mayormente impactadas por la escasez de líquido, lo que ha despertado algunos movimientos legítimos y hasta desesperados de vecinos que no soportan tanto problema por la falta del líquido e incluso por abusos de los “piperos”, principalmente en colonias con menos recursos económicos.

Claro, también el tema está motivando ciertos activismos que van más dirigidos a emplear el tema como un asunto meramente político. El caso es que, dadas las condiciones actuales del estiaje y de la manifiesta imprevisión, hay que decirlo, del órgano controlador del sistema de abasto, el actual gobierno “navegará” con esta situación durante toda la campaña política que se avecina.

La verdad es que el suministro de agua a la zona metropolitana es a tal punto complejo que ha sido objeto de preocupación desde mediados del siglo pasado. Para ser exactos en la transición de los gobiernos de González Gallo a Agustín Yáñez, etapa en la que se construyó el canal a cielo abierto llamado de Atequiza con aguas procedentes de Chapala y que pasarían varias décadas hasta que fue retomado el tema por el gobierno de Enrique Álvarez del Castillo para construir el acueducto, terminado en 1990.

Además, el agua que se surtía también provenía de las fuentes freáticas de Tesistán y algunas más, mientras que ya en el gobierno de Guillermo Cosío Vidaurri se emprendiera una de las acciones más importantes, la del sistema La Zurda-Calderón que, como sabemos, ha quedado en una primera etapa.

De ahí en más, los gobiernos sucesivos han enfrentado una serie de dificultades, entre ellas las de orden político, para continuar trabajos, como fueron los de la fallida presa de Arcediano -en la que se gastaron inútilmente 700 millones de pesos- y la inconclusa del Zapotillo, que también lleva un gasto importante.

De esta última, el gobernador Aristóteles Sandoval decidió no llevarla a cabo ya que se comprometió a no inundar los pueblos afectados de Temaca, Acasico y Palmarejo.

Vienen al caso estas menciones solamente para apuntar que los factores ecológicos y humanos ciertamente cuentan, y cuentan de manera definitiva pero que, por otro, los riesgos políticos se han convertido en una causa directa del problema de agua al que, sencillamente, no se le ven muchas opciones de resolverse si no se actúa de manera drástica pero inteligente.

A veces parece que se han olvidado de aquellos ingenieros visionarios como Elías González Chávez, Jorge Matute o Francisco de Paula Sandoval, y que la gran metrópoli de Jalisco está prácticamente condenada a sobrevivir en la cuerda floja en cuanto a su abasto de agua.

Además, tampoco, aunque ha sido señalado varias veces, no se ha visto un proyecto bien definido actualmente y que, como sucedió en el pasado, exigiría inversión pública del gobierno federal, cosa que ya sabemos lo mucho que se ha dificultado, también, por cuestiones de relaciones políticas entre los gobiernos.

Digamos, en resumidas cuentas, que las razones por las que Guadalajara y su ya muy poblada área conurbada, muestran tan graves deficiencias sobre todo en época de secas, lo que data de tiempo atrás, así como de actitudes en las que un sexenio tras otro no se llega a nada concreto y que, mientras, el problema se sigue agudizando, con miras a que se presente una crisis a corto plazo en las que ya no se podrá resolver ni parcialmente con los consabidos “tandeos”.

Tampoco, por lo demás, se han atendido otros renglones como el de acueductos y tuberías en nuestras calles que en su gran mayoría son obsoletos, necesitamos un plan que renueve sustentablemente toda la infraestructura, como también es verdad que los propios habitantes jamás han desarrollado una cultura de ahorro y buen uso del líquido, así como la nula intervención (dese hace ya varios quinquenios) de la autoridad para generar campañas que eduquen, muestren la necesidad de cambiar los hábitos que fomenten el ahorro y buen uso del agua.

Desde luego que no pocos candidatos en campaña harán uso del tema de la escasez como una bandería política más, aunque, sin embargo, lo mejor sería que pasaran de las críticas a las propuestas, para que pese a lo que suceda en los próximos mandos municipales, se piense que la población, a la que se pedirá el voto, necesita agua y que, para ello, hará falta una gran coordinación entre todos los niveles de autoridades para satisfacer la más fundamental de sus necesidades.

Regidor del PAN en el Ayuntamiento de Guadalajara

@Miguel_ZarateH

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