Populismo I

cesar ruvalcaba

RESTAURACIÓN/César Ruvalcaba

¿Qué es el populismo? La respuesta es tan diáfana, compleja y disputada que hace falta dedicarle su tiempo. Populismo fue la palabra del 2016 según diversos investigadores y politólogos que advierten el retorno de este concepto con brío renovado.

En realidad esto tiene su lógica. Los conceptos polisémicos resultan muy útiles en tiempos de la posverdad puesto que se utilizan para nombrar diversos fenómenos, situaciones o comportamientos que resultan tan controvertidos como contradictorios.

Es por ello que vale la pena distraernos un poco para reflexionar sobre su significación, su uso y abuso, en el contexto político actual.

Primero, preguntarnos si el populismo es bueno o malo resulta tan subjetivo como buena o mala sea la intensión subyacente de la boca que lo pronuncia. Es un concepto que no admite interpretaciones morales o normativas.

Sin embargo, hoy reaparece con una alta carga peyorativa, como si fuera algo maligno que hay que evitar. Y es que los conceptos, son las armas con las que hoy se baten en duelo nuestros políticos, aunque en realidad, sería interesante preguntarles si comprenden lo que dicen.

Por eso, mis estimados tres lectores, me propongo realizar una serie de entregas sobre la idea del populismo. Discernir entre sus distintos ángulos para que entendamos un poco mejor de qué va este multicitado -y últimamente preferido- villano preferido de nuestras ilustrísimas clases políticas.

Tendré que advertir que como todo concepto en disputa, no existe una “definición correcta” de su significado, y en todo caso, tampoco soy entusiasta de las verdades de diccionario. En vez de ello, me esforzaré –salvadas mis amplias limitaciones- en presentar algunas ideas contemporáneas.

De entrada, resultaría útil exponer una premisa: el populismo no se debe entender como una ideología. Es decir, no cabe pensar que se es de derecha, de izquierda, socialdemócrata o populista.

En esa distinción no entra. El populismo es ante todo, en palabras de la francesa Chantal Mouffe (2014), una estrategia política y no se le puede atribuir un contenido programático específico. Tampoco es un régimen político, incluso es compatible con una variedad de formas de gobierno.

Pero entonces, ¿por qué llamamos populista a ciertos políticos y no a otros? Precisamente, por el esquema que adoptan para expresar sus ideas políticas; sean éstas vanguardistas, feministas, racistas o xenófobas.

La clave es cómo se plantea la disputa entre dos polos: buenos contra malos, ricos contra pobres, pueblo contra gobierno, ciudadanos libres contra establishment.

En su obra cumbre, la razón populista, Ernesto Laclau (2005) define el populismo como una forma de construir lo político, consistente en establecer una frontera política que divide la sociedad en dos campos, apelando a la movilización de los de abajo frente a los de arriba.

Con estos primeros esbozos podemos intentar analizar las condiciones del populismo. En la próxima colaboración abordaremos una arista particular que explica esa necesidad populista de polarizar visiones: la elección de los candidatos como mecanismo de designación de representantes.

Estas son ideas que escuchamos a diario y poco reparamos en el intento de comprensión. Sirva este modesto esfuerzo para ejercitarnos en el muy necesario desarrollo de la reflexión.

Profesor investigador U de G

@Cesar_Ruvalcaba

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