Los Claroscuros de El Trompo Mágico

LA MÉNDIGA OLIGARQUÍA/Esteban Garaíz

 

Desde su misma concepción el espléndido museo interactivo El Trompo Mágico es un claro proyecto neoliberal: construido con dinero público federal (80 millones) y estatal (125 millones), todos aportados por recursos fiscales recaudados entre todos los mexicanos, de cualquier condición social; y que resulta, en los hechos reales, en beneficio principal de los niños más favorecidos de Jalisco.

Tiene muchas cosas altamente positivas, que deben resaltarse:

a) En primer lugar, el indudable talento de Graciela de la Vega Michel y de su excelente equipo de colaboradores.

b) El hecho de que sustenta sus contenidos en las necesidades de los programas de la Secretaría de Educación Pública, así como también de los procesos pedagógicos de desarrollo infantil;

c) El espacio físico y el edificio, auténticamente de primer mundo, cuyo diseño fue encomendado al arquitecto jalisciense Javier Díaz Reynoso, quien ganó el concurso convocado.

Sin embargo, aun cuando dice la presentación informática que sustenta sus contenidos en “los valores que promueven una sociedad más justa y equitativa para todos” por “tener un carácter incluyente” y que “su oferta museográfica está al alcance de todos”, en realidad esto parece más bien producto del empeño y buena fe de su equipo operativo. Pero no de la concepción de la política pública que lo estableció.

Por mencionar:

a) Los usuarios beneficiados están claramente focalizados entre los menores de clase media alta, con recursos públicos de todo el pueblo de México;

b) La ubicación misma, en el poniente de la metrópoli, sin transporte público establecido, marca un sesgo social en favor de los que más tienen (habría que preguntarse cuántos habitantes de la metrópoli tienen una estación del tren urbano a un máximo de 6 cuadras);

c) Los precios por persona, para niños y adultos acompañantes, resultan escandalosos comparados con el salario mínimo (que perciben más 350 mil jaliscienses con empleo formal);

d) Las atenciones especiales para adultos mayores y discapacitados, no ponderan en cambio las limitaciones económicas de la mitad de los metropolitanos;

e) La gratuidad gestionada, de grupos escolares supone fletar viajes cubiertos muchos de ellos por los propios padres de familia.

Parece que algo hay que replantear en este espléndido proyecto educativo, que en los ehechos ahonda las diferencias sociales.

@egaraiz

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