PERSPECTIVA21/Verónica Juárez Piña
Nos costó décadas alcanzar un sistema que garantizara elecciones libres y competitivas.
Por mucho tiempo, el régimen decidía quien gobernaba.
Entre dedazos, decisiones unipersonales y fraudes, el PRI ponía a los gobernantes en todos los niveles políticos. El brazo era la concentración de poder y la operación electoral a través de la Secretaría de Gobernación.
Los comicios siempre fueron una farsa y la decisión sobre quién debía gobernar recaía en el Presidente de la República en turno. Como perredistas luchamos contra ese sistema y vemos con tristeza como Morena quiere volver a esos tiempos.
Sabemos que a Andrés Manuel López Obrador no le gusta las instituciones. ¿Por qué? Simple: doblegan su poder unipersonal. Las instituciones son, per se, arreglos jurídicos que permiten trascender a las personas.
Leyes y comportamientos que hacen de la justicia un valor que permanece en el tiempo.
Sin embargo, con la llegada de López Obrador, nos enfrentamos a tiempos en donde la voluntad de un hombre se quiere imponer por encima de las instituciones.
La anunciada Reforma Electoral es el primer golpe para debilitar los pesos y contrapesos que hemos construido por años.
Primero porque la intención es desaparecer los órganos electorales de los estados y el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE).
Así, de un plumazo, quieren devolver el control electoral a la Secretaría de Gobernación. Así lo declaró el senador Pablo Gómez al Financiero: “Nosotros, para empezar, lo que vamos a proponer es cambiar todo el andamiaje y cambiar los métodos; que desaparezca el Consejo General de INE, no sólo reducirlo. Propondremos convertir al INE en lo que siempre debió haber sido: un organismo técnico y no político. Debe ser técnico e imparcial”.
Como ha sido la tónica de la actual administración, no tienen empacho para destruir instituciones.
Nos preocupa porque atenta contra la autonomía en la organización de las elecciones y, también, contra el federalismo. ¿De verdad lo más conveniente es que las elecciones en los más de 2 mil municipios de México sean organizadas por un órgano técnico?
¿De verdad es lo mejor devolver a Gobernación la posibilidad de conducir y hasta alterar unas elecciones?
¿No es mejor buscar mecanismos intermedios para abaratar las elecciones, pero respetando el principio de imparcialidad y autonomía que han hecho del sistema electoral mexicano uno que brinda confianza a los ciudadanos?
Este Gobierno usa la austeridad como excusa para destrozar todo lo que está a su paso. Dice que todo es corrupto y, con esa justificación, puede ir eliminando todos esos organismos que le resultan incómodos.
Qué lo sepan las y los mexicanos, nosotros en el PRD vamos ir en contra de cualquier reforma o propuesta que suponga volver a tiempos que creíamos en el pasado.
Nunca avalaremos una reforma electoral que nos devuelve cuarenta años atrás. Esperemos que estas primeras declaraciones sean sólo errores que se queden en el anecdotario.
México necesita fortalecer su democracia no poner las instituciones al servicio de un partido o un proyecto presidencial.
