Vivir sin miedo

HABLEMOS DE DERECHOS

Salvador Romero 

 

Existen muchos estudios médicos que señalan que vivir con miedo o ansiedad constante tienen una serie de consecuencias nocivas para la salud, incluyendo afectaciones al sistema inmune, al sistema cardiovascular, al sistema gastrointestinal, al sistema reproductivo, a la memoria y, por supuesto, a la salud mental, por lo que el miedo colectivo debe ser siempre considerado un problema para la salud pública.

En México desgraciadamente cada vez somos más las personas que vivimos con algún tipo de miedo al crimen, y eso se refleja en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) el año pasado, en donde se determinó que 2 de cada 3 mayores de edad que habitan en las ciudades de nuestro país tienen miedo a las condiciones de inseguridad que imperan en su entorno, lo cual me parece bastante grave.

Por supuesto que la causa del miedo pudieran ser temores infundados, basados en experiencias sesgadas y/o en una excesiva cobertura mediática a los crímenes más atroces que suceden a lo largo y ancho del país, como sucedió recientemente con el caso de la joven Debanhi Escobar, y que puso de rodillas a prácticamente todo el país con una fotografía que representará durante muchos años por venir la vulnerabilidad a la que puede encontrarse una mujer sola en nuestro país.

Sin embargo, las estadísticas demuestran que el miedo colectivo no se encuentra tan desproporcionado con la posibilidad real de ser víctima de un crimen en nuestro país, en el cual hay cada año al menos 20 millones de adultos que son víctimas de un delito de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública (ENVIPE) realizada por el referido INEGI, lo que se traduce en que tenemos una probabilidad de ser víctimas de un delito en México en un periodo de 5 años es prácticamente del 100%.

Me parece entonces pertinente preguntarnos: ¿Tenemos derecho a vivir sin miedo? En mi opinión sí, porque dicho derecho está implícito dentro de muchos derechos humanos reconocidos en nuestra Constitución; por ejemplo, el derecho a la vida, el derecho a la salud, el derecho a la justicia, el derecho a la privacidad, la libertad de tránsito, la libertad de expresión y la presunción de inocencia, entre otros, que existen precisamente para que vivamos en entornos de seguridad.

¿Quién no ha sido víctima de un delito o conoce a alguien cercano que lo haya sido? Sin duda alguna la respuesta a esta pregunta explica porque tantas personas en nuestro país vivimos con miedo: Con miedo a ser asaltados, robados, extorsionados, agredidos, secuestrados, chantajeados, defraudados, engañados, asesinados y, particularmente las mujeres, víctimas de algún delito de índole sexual como acoso y violación.

Pero el problema es mucho más grande, porque la desconfianza en las autoridades genera un fenómeno en el cual existe miedo no solo a sufrir algún crimen, sino incluso a denunciarlo, ya que de acuerdo al citado INEGI, en nuestro país 93 de cada 100 delitos ni siquiera son denunciados ante las autoridades, lo que hace que la cadena de impunidad aumente en un círculo vicioso que pareciera no tener fin y hundirnos cada vez más dentro de un abismo de inseguridad y miedo permanente para todos.

Sin embargo tampoco podemos caer en el error de “culpar al gobierno de todo”, y también debemos ser autocríticos y asumir la parte de responsabilidad que quizás nos corresponda, porque los delitos no los cometen extraterrestres, los cometen -al menos en su mayoría- mexicanos y mexicanas a quienes muchas veces conocemos y sin embargo, toleramos y hasta reconocemos “su valentía” para ser criminales, como lo reflejan muchas de las historias de admiración a políticos y empresarios que se hicieron ricos de “la noche a la mañana” por su habilidad para hacer “transas” o los narcocorridos que suenan todos los días a lo largo y ancho del país, como odas a la criminalidad de la cual nos quejamos cuando somos víctimas de ella.

Finalmente, creo que debemos levantar la cabeza y aprender a vivir sin miedo, con muchas precauciones quizás, pero sin temor de salir a la calle, porque los buenos siempre seremos más.

Comisionado presidente ITEI Jalisco

@Chavaromero

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