DIVISADERO/Eduardo González
Al final solo era cuestión de tiempo o de que se agudizara la pandemia del coronavirus para que el senador, Bernie Sanders se bajara del ring preelectoral de los demócratas y le diera paso libre a su contrincante, el ex vicepresidente, Joe Biden, que, en la Convención Nacional demócrata a celebrarse el próximo mes de agosto en Milwaukee, Wisconsin, será ungido candidato presidencial para ir a las urnas el 3 de noviembre y buscar arrebatarle la presidencia a Donald Trump.
Desde su arribo a la Casa Blanca, las investigaciones y las acusaciones, han perseguido a Trump, hasta llegar al intento de la destitución mediante un juicio político.
Si bien, la metralla ha estado cerca, el inquilino de la avenida Pensilvania 1600 en Washington, D.C. cada vez que le aceran el fuego sale más fortalecido.
Al día de hoy tenemos una situación segura y otra que podría presentarse.
Lo seguro es que el establishment demócrata le cerró las filas a Sanders desde el supermartes celebrado el pasado 3 de marzo, cuando Biden se embolsó 10 de los 14 estados en juego. Esa primera sacudida ubicó las posibilidades de ganar del senador de Vermont solamente a partir de las probabilidades matemáticas que aún tenía.
Pero en la política, las matemáticas aparecen para contar votos después de ganarlos, y Bernie no estaba ganando los suficientes, aunque en teoría aún los pudiera obtener. Luego vinieron las derrotas en Michigan, Misuri, Misisipi, Florida, Illinois y Arizona. Fueron el tiro de gracia.
No solamente los electores lo comenzaron a marginar, sino que los líderes moderados y varios representantes al interior del partido manifestaron públicamente el apoyo a Biden, quien al día de hoy ya cuenta con 1217 delegados de los 1,991 que necesita. Sanders se quedó a trescientos de distancia.
Con este escenario, veremos una lucha por la Casa Blanca entre dos posiciones similares a las vividas hace cuatro años: Trump abanderando un proyecto posneoliberal de extrema derecha, y Biden con una propuesta neoliberal moderada en su narrativa, y progresista solo en algunos temas que no molesten los intereses de los grandes capitales de Wall Street.
Ahora bien, lo que podría presentarse sería que Donald Trump pierda la reelección. Aunque me sigue pareciendo que tiene el triunfo en la bolsa, hoy por hoy, la crisis económica desatada por el coronavirus, con los 16 millones de desempleados que ha generado en Estados Unidos en las últimas dos semanas, y los miles de fallecidos y contagiados a consecuencia de la pandemia en la Unión Americana, lo tienen contra las cuerdas con un nivel de desaprobación ante la crisis del coronavirus superior al 50%.
Así las cosas, sino fue el juicio político podría ser el coronavirus quien derrote a Trump, pero no los demócratas.
