Los efectos del «oro verde»

PUNTO CRÍTICO/Gabriel Torres Espinoza

Tres estados son los que más aportan a la producción del Aguacate: Michoacán, Jalisco y el Estado de México.

De acuerdo con datos del Global Forest Watch,  durante los últimos 10 años las huertas de aguacate se incrementaron en un 162% en Michoacán, 511% en el estado de México y cerca de ¡1001% en Jalisco!

El consumo de Aguacate, únicamente en Estados Unidos se ha incrementado en un 440%.

A Estados Unidos se envía del 83% hasta el 93% del aguacate. México exporta 710 mil toneladas de aguacates al año, y esto ha representado un negocio muy rentable para agricultores y compañías acaparadoras.

Nada más para el Súper Tazón se destinan 210 mil toneladas de aguacate mexicano.

Hoy este cultivo se coloca como el tercero más rentable del país, en una espiral de crecimiento descontrolada que detona ya problemas de gran envergadura.

La doctora Fátima Housni Ezzahara, investigadora del Centro Universitario del Sur (CUSur), señaló que la deforestación y el cambio de uso de suelo afectan seriamente ya a 16 municipios del Sur de Jalisco.

La tala ilegal del bosque, la quema intencional de la montaña para sembrar aguacate, sin que se modifique el uso de suelo forestal, llevó a “que algunos bosques desaparecieron totalmente, y el aumento de la producción por riego es muy drástica, es como un virus que se expande”.

La demanda de agua es clave para entender los problemas que ocasionará la multiplicación de huertas de aguacate sin la debida sustentabilidad.

Fátima Housni señala que en Jalisco “se producen 8 mil 316 toneladas de fresa por año, que se van a exportación; y se necesitan 7 mil 567 litros de agua para producirla.

De aguacate se producen 90 mil 835 toneladas para exportación, y requiere ¡76 mil 301 litros de agua!

De frambuesa se producen 18 mil 523 toneladas, con 15 mil 930 litros. En jitomate, que desde hace años se produce en la región, se generan 44 mil 32 toneladas, y necesita  41 mil 830 litros”.

Las primeras alertas sobre la tala clandestina, la quema ilegal del bosque y el uso de suelo forestal, invadido por huertas de aguacates, ya dio sus primeras señales.

La tarde del domingo 2 junio, en el municipio de San Gabriel, en el Sur de Jalisco, no cayó ni una gota de lluvia; sin embargo, el Río Salsipuedes –que cruza el pueblo– se convirtió en una avalancha de piedras, lodo y troncos, que dejó afectaciones en casas y negocios, cinco pérdidas humanas, una persona desaparecida y 3 mil damnificados.

Los datos son contundentes: 60 por ciento de la superficie forestal de San Gabriel ha sido talada.

Hace 10 años, en este municipio había 158 hectáreas sembradas de aguacate. Ahora hay cerca de 2,500 hectáreas del llamado “oro verde”.

Pero lamentablemente ya han ocurrido otras tragedias y muchas más se están produciendo en este mismo momento, pues la industria aguacatera se ha expandido hasta alcanzar más de 30 mil hectáreas en distintos municipios del Sur de Jalisco, sin necesariamente haberse aprobado cambio de uso de suelo o realizar un diagnóstico de sustentabilidad.

Incluso, el titular de la Semadet reconoció que en Jalisco sí existe una importante superficie de bosques que han sido cambiados de uso de suelo para la siembra de aguacates, aún cuando en los últimos años no ha habido este tipo de autorizaciones.

Queda en evidencia así una actividad ilegal, que aunque no ha sido medida actualmente, en la pasada administración se estipulaba que al menos el 30% de huertos aguacateros en la entidad, no tenían autorizado el uso de suelo para este cultivo.

Otro problema derivado de la multiplicación de huertas de aguacate, es el uso de bombas y cohetes para dispersar tormentas que tentativamente podrían derivar en granizo.

Al día hoy, en México, para poder esparcir con cohetes o bombas en la atmósfera las llamadas sustancias hielógenas, haría falta un permiso especial; si no, sería delito.

La más conocida y usada es el yoduro de plata. No obstante, prácticamente la mayoría de los aguacateros en las montañas de Jalisco las usan indiscriminadamente, alternado el ciclo de la lluvia, sin ningún permiso, control o advertencia.

Pronto, también, la consecuencias del uso de fumigantes y pesticidas que enferman de cáncer a cientos de jornaleros, pues no existen protocolos, ni medidas de seguridad, ni quien las aplique…

Director General de la Operadora SURTyC de la U de G

@Gabriel_TorresE

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