Morir y ser parte de la estadística, el recuento de los daños

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POLÍTICA SIN ÉTICA/Jonadab Martínez

Hace algunas semanas les compartí que en la Cámara de Diputados se aprobó una prórroga para que las comisiones de Gobernación y Desarrollo Urbano y Ordenamiento Territorial, respectivamente, emitieran su dictamen correspondiente para aprobar y poner en marcha la Ley General de Seguridad Vial y la fecha fatal —en su cuenta regresiva— se cumplimentará el 30 de abril del presente 2018.

Hacer énfasis en el tema no es mera necedad de mí parte. Es una necesidad, un requerimiento urgente que obedece por la cantidad de vidas que diariamente se pierden no solo en las calles y carreteras de nuestra entidad, sino el resto del territorio nacional.

Realizar un conteo de muertos por accidentes vehiculares me resulta funesto, pero las instancias relacionadas a la Seguridad y Protección Civil deben entregar a la opinión pública un reporte de actividades conforme dan cumplimiento a su agenda de trabajo en cada periodo vacacional o fin de año.

Hablando de conteos nefastos, tan solo en el mes de diciembre de 2017 se registraron 69 homicidios en la Zona Metropolitana de Guadalajara con el siguiente orden: Tlaquepaque 20, Guadalajara 19, Zapopan 12, Tlajomulco de Zúñiga 11 y Tonalá 07; así las cosas en este rubro.

Por otra parte, y de acuerdo a estadísticas de la Secretaría de Movilidad en Jalisco, entre el 1 de enero y el 4 de diciembre de 2017, el transporte público se vio involucrado en 422 accidentes con saldo de 32 personas muertas y 764 lesionados, lo que nos da un promedio de 1.15 incidentes por día.

Si bien la cifra fue menor al 2016 (donde 43 personas murieron atropelladas por un camión), es vergonzoso y penoso que en la recta final de una década sigamos haciendo de nuestros muertos una cifra, parte de la estadística oficial.

Seguramente se pregunta, y cuál es el común denominador en hacer conteos de fallecidos o por qué relaciono homicidios con muertes por atropellamiento; en ambas situaciones se vieron implicados automotores.

En el caso de los homicidios, las víctimas o fueron alcanzados y/o perseguidos a bordo de una motocicleta o bien el victimario llegó a bordo de algún vehículo; en relación al transporte público: la falta de pericia del operador y lo más grave, el fallecido nunca se dio cuenta de la unidad simplemente porque llevaba puestos sus audífonos.

La gravedad de esta situación me deja reflexionando hacia donde estoy direccionando la Ley General de Seguridad Vial, no se trata de ocurrencias o atención mediática, son vidas que se pierden de manera innecesaria por la falta de una cultura cívica en materia vial.

El cambio de paradigma obedece simplemente a la urgente necesidad de incentivar a las nuevas generaciones sobre cómo deben conducirse en la vía pública, manejar o desplazarse en las calles, avenidas, circuitos o glorietas, etcétera, tiene una razón de ser y se llama: RESPONSABILIDAD.

Por ejemplo, si desglosamos las circunstancias en la que murieron las 32 personas bajo las llantas del camión, los peatones resultaron ser los más afectados: 21 de ellos se desplazaban a pie al momento de sufrir el atropellamiento; 5 más conducían una motocicleta, 4 eran ciclistas y 2 personas más eran pasajeros de la motocicleta.

Deseo que este 2018 venga acompañado de una conciencia colectiva y menos individualista, se trata de unirnos como lo hacemos en la desgracia. La tecnología es una buena herramienta para denunciar lo negativo pero al mismo tiempo debe propiciar un cambio de mentalidad; dejemos de ser parte de las estadísticas y la cifra oficial.

Diputado federal de Jalisco por MC

@jonadabmaretinez

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