Ramiro y la rifa del tigre

CESAR IÑIGUEZ AVATAR

TRIBUNA/César Iñiguez

El gobierno municipal de Guadalajara está por concluir y el desastre en el que se encuentra es tal, que superará por mucho la mediocridad en resultados de los gobiernos recientes.

Hace tres años, la ciudad de Guadalajara y su Ayuntamiento se habían convertido en un rehén electoral, el alcalde de entonces, debía lucir para lograr la candidatura y por ende meter el acelerador para ganar la elección al gobierno del estado.

Hubo dos acciones que marcaron ese gobierno para la posteridad, el despido injustificado de más de dos mil 500 trabajadores y una gran deuda adquirida que convirtió a la ciudad durante un par de años, en la más endeudada del país.

Todo mundo calculaba, que el siguiente alcalde habría de lidiar con estos dos grandes problemas, el pago millonario de la deuda y hacerle frente a las reinstalaciones de trabajadores que fueron despedidos sin justificación y solo por cuestiones políticas.

Ramiro Hernández García estaba enfilado para lograr la candidatura al gobierno del estado, sin embargo, le ganó (perdiendo por segunda ocasión consecutiva la elección interna de su partido) el entonces alcalde de Guadalajara, Aristóteles Sandoval, por lo que a Ramiro, le dieron la candidatura al gobierno de la capital de Jalisco.

Todo mundo pensaba que haría, al menos, un papel decoroso, por la trayectoria política con la que contaba; su paso por el congreso local, su trayectoria partidista que incluía haber sido presidente de su partido, así como su cargo de Senador de la República, daban las credenciales que supondrían un buen gobierno.

La administración pronto se le fue de las manos, los problemas económicos heredados y los miles de laudos paralizaron al alcalde, lo que se agravó con el pésimo desempeño de una administración que no supo cómo hacerle frente a temas tan básicos como la seguridad o la corrupción.

En el tiempo de Ramiro Hernández se dispararon de manera desmedida los robos, de vehículos, de casa habitación y llegaron para quedarse los ‘motorratones’, aquellos asaltantes de transeúntes que se aprovechan del tráfico para robar y escabullirse en motocicletas.

De acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en proporción, se roban más casas en Guadalajara que en Distrito Federal, a pesar de que en la capital del país, se triplica la población.

Durante la administración de Ramiro Hernández hubo denuncias públicas de casos de corrupción en dependencias como Inspección y Vigilancia, Reglamentos y Panteones.

Esta fue la historia de un alcalde, que no quería ser alcalde y que con su cargo se sacó la rifa del tigre.

Analista político

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