Infodemia afecta la formación de ciudadanía y agudiza la polarización social

Especialistas debaten acerca de las implicaciones de las “fake news”, en seminario del CALAS

Especialistas de México y América Latina debatieron sobre las implicaciones políticas, sociales y económicas de la infodemia y las fake news en la mesa de diálogo de cierre del seminario “La desinfodemia global. Claves y desafíos para su abordaje,” organizado por el Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados en Humanidades y Ciencias Sociales (CALAS, por sus siglas en inglés), con sede en la Universidad de Guadalajara y que tuvo lugar en Hotel Montecarlo, en Chapala.

 

La doctora Karina Bárcenas Barajas, investigadora en temas de religión, género y sexualidad en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, afirmó que la desinformación es un problema político y un tema de poder que reproduce un modelo económico que no genera condiciones de igualdad.

 

“En ese sentido, no podríamos pensar en una democracia acorde con nuestros tiempos, pensada en las diversidades, y si a eso le sumamos el tema de la polarización, tampoco hay un sistema político ni una ciudadanía en el espacio público que pueda cumplir u orientar esa construcción de un proyecto democrático; y eso lo podemos ver en cuestiones de género que atraviesan el cuidado, por ejemplo”, explicó.

 

La especialista indicó que la infodemia no abona a la igualdad de las personas ni al respeto de los derechos fundamentales.

 

El doctor Ramón Salaverría, investigador en ciberperiodismo y desinformación por la Universidad de Navarra, en España, afirmó que la infodemia o las fake news no sólo están en el territorio de las redes sociales, sino que se extienden a los espacios sociales y afecta la formación de ciudadanía.

 

“Es verdad que esas plataformas virtuales no tienen esa responsabilidad al no hacer todo lo que podrían hacer para mejorar el ambiente; lejos de mejorar, estamos viendo lo contrario y la calidad del debate público obliga a degenerar los contenidos por intereses económicos, políticos. Lo importante de la desinformación es que tiene que ver con efectos en la ciudadanía en la medida en que genera incertidumbre y desestabilización en ciertos comportamientos, como lo vimos en la pandemia y los mensajes desinformativos de los movimientos antivacunas”, indicó.

 

Agregó que la desinformación puede ser utilizada por ciertos grupos, en ocasiones sin escrúpulos de los mensajes que envían, y que atienden a un cálculo de sus intereses y, por desgracia, son los contenidos falsos los que más movilizan y emocionan a la sociedad.

 

La doctora Natalia Aruguete, profesora de la Universidad Nacional de Quilmes, en Argentina, dijo que la manera compleja en que son producidas y difundidas las fake news podría ser considerada una violencia discursiva, tanto si son difundidas de manera online u offline.

 

“Pensarlo en términos integrales y comprensivos, pero también en términos contextuados, nos permite entender que la garantía de la circulación de un fenómeno no se reduce a pensarlo en términos tecnológicos, sino como crisis de la comunicación y que tiene que ver en qué contexto social, político y geopolítico se da esta situación, no sólo en medio de una profunda y creciente polarización en la conversación política, sino también en la dimensión afectiva que intensifica estas distancias”, expresó.

 

El doctor Silvio Waisbord, director y profesor en la Escuela de Medios y Asuntos Públicos. George Washington University, Estados Unidos, recordó que la forma de organizar la información en los medios es una forma de organizar la verdad, un elemento frágil de la realidad.

 

La charla formó parte de la Plataforma para el Diálogo que reúne a especialistas de América Latina, Europa y Estados Unidos y es coordinada por la doctora Margoth Mena Young, del Centro de Investigación en Comunicación de la Universidad de Costa Rica y el doctor Mariano Dagatti, de la Universidad Nacional de Entre Ríos, en Argentina, quien moderó la charla.

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