En la Amazonía, un pez gigante ayuda a salvar la selva

AP.— Incluso en la selva tropical más biodiversa del mundo, sobresale el pirarucú, también conocido como arapaima.

En primer lugar, está su tamaño: puede pesar hasta 200 kilos (440 libras), por un margen amplio el mayor de las 2.300 especies de peces conocidas en la Amazonía. Es hallado fundamentalmente en lagos de las llanuras aluviales en la cuenca del Amazonas, incluso la región de Medio Juruá.

En segundo lugar, ese pez gigantesco casi desapareció de Juruá hace no mucho, cuando los barcos barrían los lagos con redes grandes. Esa pesca ilegal e insostenible dejó el río y las comunidades indígenas pasando trabajos para conseguir su alimento básico. Eso hizo que el pirarucú fuera designado como una especia en amenaza de extinción, a menos que su comercio sea monitoreado estrechamente por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, sucedió algo increíble. El pez ha regresado a los lagos de Medio Juruá. La historia de cómo se involucró a personas de diferentes orígenes para cooperar en muchos niveles ofrece una visión de lo que es posible. Los veteranos de la Amazonía dicen que no han visto eso en ningún otro lugar de la enorme región.

El cambio comenzó a finales de la década de 1990. Con la asistencia de un cura católico holandés, los caucheros se organizaron y encabezaron una campaña para persuadir al gobierno federal para que creara la Reserva Extractiva Medio Juruá. Propusieron que las comunidades ribereñas pudieran consumir de la selva y sus lagos —hasta cierto punto— y dentro de áreas protegidas.

Y funcionó. Ahora, las comunidades locales producen palmera de azaí, aceites vegetales y caucho mientras dejan la selva tranquila. El mayor de los éxitos ha sido el manejo del pirarucú.

Las comunidades ribereñas, organizadas en asociaciones, también llegaron a un acuerdo con los vecinos indígenas Deni, que ya han padecido invasiones de caucheros y pescadores. Ahora todos son parte de la pesca controlada del pirarucú, lo que mejoró las relaciones entre los pueblos indígenas y los no indígenas.

Haber logrado el regreso del pez ha requerido organización social, cooperación y logísticas complejas. La pesca ilegal fue reducida drásticamente y ahora el pirarucú abunda.

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