POLÍTICA SIN ÉTICA
Jonadab Martínez
En ésta ocasión hablaré de uno de los grandes problemas que ésta generación está viviendo, con relación al uso y necesidad de la motocicleta, post pandemia.
Antes de abordar el uso y la necesidad de la motocicleta, después de una pandemia que azotó fuertemente la economía global, es importante hablar de una cruda realidad, la falta de empleo, los precios cada día más inaccesibles de la canasta básica y la carencia de oportunidades para ésta generación.
Sí vamos a hablar de economía, siempre es recomendable consultar los estudios y diálogos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que nos ofrece una investigación para comprender un poco más la situación de la generación presente, con relación a la dificultad de estabilidad, tanto emocional, laboral como económica.
Ese documento lleva por título: “Programas de empleo juvenil. Revalidación de su papel en la agenda pública pospandemia de COVID-19”, que nos invita a la reflexión para responder una de tantas interrogantes que la irrupción de la pandemia transformó el mercado y las ofertas laborales.
Las empresas buscan gente con experiencia pero nuestra juventud no las tienen; las empresas buscan jóvenes profesionales pero la pandemia obligó la suspensión de clases y/o tomarlas con un bajo nivel catedrático, las empresas buscan disponibilidad de horario pero nuestra juventud no está dispuesta a eso.
El impacto observado en la participación laboral, el empleo y la transición de la escuela al trabajo ha expuesto nuevamente la vulnerabilidad que experimentan en el presente y que pesará sobre sus trayectorias en el futuro.
Nuestra juventud busca un patrón no un amo, busca trabajo no esclavitud, busca un empleo bien remunerado pero casi no hay, y una de las opciones que cumple con esa expectativa imaginaria, es el autoempleo. Trabajar a la hora que gustes, desde la comodidad de tu casa, tu colonia, tu sector o donde gustes, ah, y que puedas disponer de tu tiempo a conveniencia.
Lo anterior es debatible, hay juicios de valor que escribí a propósito, ¿Por qué? Porque es importante reflexionar en que esos jóvenes encontraron la salida o respuesta en el trabajo de reparto o distribución de bienes, servicios y mercancías.
Se subieron a una moto sin tener experiencia previa, muchos de ellos sin haber usado una bicicleta. ¿Qué conlleva eso? Que no reconocen velocidades, reflejos, dimensiones, pesos, equilibrio, convivencia con otros entes de la movilidad; desconocen la ley, el reglamento y los señalamientos viales, su mayor aprendizaje es el comportamiento de otros motociclistas.
¿Y qué ven? Pues comportamientos pésimos, motociclistas esperando la luz verde sobre la línea peatonal, circulando sobre banquetas o puentes peatonales, conduciendo a exceso de velocidad o sin casco, etc.
Es decir, los malos están educando a los peores, y sino hacemos algo, sino rompemos esos malos hábitos, vamos a dejar una generación peor que ésta, con mayor siniestros viales, con más discapacidades adquiridas y con mucho más muertes que ahora.
Conclusión, el problema no es solo de conducción vial, sino también de oportunidades laborales.
1 comentario
Cierto, hace mucha falta una buena cultura vial; pero también falta infraestructura, planeación urbana, pavimentación y balizamiento adecuado de calles y avenidas; para después, solo después de ello, aplicar y velar porque se cumplan las leyes y reglamentos en la materia. No al revés. Se la pasan inventando leyes y normas, que nadie vigila que se cumplan; pero sobre todo, olvidan lo más importante: cumplir con sus obligaciones de gobierno… ah y de paso le dicen a @jonadabmartinez que no se escribe «sino»; lo correcto es «si no». Me tiene bloqueado el inútil.