Siniestra, triste y controvertida, así era la vida de los verdugos

¿Cómo era la vida de un verdugo en la Edad Media, cómo vivía, cómo era visto por sus semejantes? Conoce los detalles de este extraño oficio.

Personas contratadas para terminar en pocos segundos con la vida de un condenado a muerte. Así podríamos resumir el trabajo de un verdugo: personaje polémico, oscuro y visto como sanguinario en la historia de la humanidad. Fue en la Edad Media, sobre todo, cuando la labor de estos personajes fue prolífica y necesaria. Sin embargo, existieron en otros periodos históricos como la Segunda Guerra Mundial.

Pero cómo era la vida de un verdugo en la Edad Media, cómo vivía, cómo era visto por sus semejantes?

Cómo era la vida de un verdugo en la Edad Media

La historia de los verdugos se puede localizar en el deseo de diversos países europeos por imponer un orden social severo durante los siglos XVI y XVII. Para ello, los sistemas judiciales idearon penas que hicieran que los ladrones y otros delincuentes se pensaran dos veces antes de cometer delitos. De ahí nació la idea de las ejecuciones públicas.

A éstas acudía un gran número de personas deseosas de contemplar en vivo la muerte de un delincuente. Lo que en un inicio tenía la finalidad de instruir o escarmentar al pueblo, pronto se convirtió en un espectáculo, casi un circo, que atraía a las multitudes.

Aquí es cuando se hizo necesaria la presencia de una persona que se encargara de terminar con la vida de quienes estaban condenados. Alguien que estuviera dispuesto a mancharse las manos de sangre y que no titubeara al activar la guillotina o cortar la cabeza de alguien con un hacha. Así nació el puesto del verdugo.

Pronto, quienes se dedicaban a ello se convirtieron en figuras siniestras que eran vistas con temor y recelo por sus semejantes. Vivían al margen de la sociedad, como si se tratara de personas indeseables.

El historiador Joel Harrington, autor del estudio The Faithful Executioner: Life and Death in the Sixteenth Century, es uno de los grandes expertos en la figura histórica del verdugo. Harrington menciona que la familia del verdugo incluso también sufría el rechazo social: por ejemplo, los hijos muchas veces no eran aceptados en los colegios.

La mano maldita del verdugo

El repudio y la sensación de personaje maldito que los verdugos desplegaban se hacía evidente cuando iban a los mercados públicos. Sus manos eran vistas como instrumento de mal augurio, algo manchado por la muerte. No se les permitía tocar la mercancía sino que tenían que señalar con una varita lo que querían comprar.

“La mano del verdugo, como la del leproso, infamaba lo que tocaba; por eso era la que quemaba los libros condenados y la que tachaba los escudos nobiliarios de los caballeros acusados de alta traición. Nadie quería que sus utensilios entraran en contacto con este personaje maldito”, afirma el divulgador histórico Juan Eslava Galán, autor de Verdugos y torturadores, obra donde profundiza en la vida de algunos de los verdugos más famosos de la historia.

Rechazados, pero ¿acaudalados?
Estos inconvenientes y molestias que los verdugos padecían se traducían, en cambio, en un pago alto por sus servicios. Incluso, obtenían un ingreso extra por parte de los familiares de las víctimas cuando éstos le proporcionaban una propina a cambio de que su familiar no sufriera en exceso al momento de morir.

A pesar de que los verdugos podían obtener ganancias altas, no muchos hombres tenían especial interés en dedicarse a ello. Por lo general, los carniceros eran los que se animaban a probar suerte en este oficio. También se daban casos en los que los adultos más jóvenes de las ciudades eran los elegidos para llevar a cabo estas labores.

Por otro lado, no todos los verdugos recibían pagas cuantiosas, ni tampoco las ejecuciones eran tan frecuentes como se pudiera pensar. Eso hacía que muchas veces el oficio de verdugo no fuera suficiente para vivir.

Ello llevó a que muchos verdugos medievales se encargaran de tareas como retirar y limpiar los cadáveres de animales (muertos, moribundos, heridos) de las granjas privadas o de las vías públicas.

También cobraban impuestos a los leprosos y a las prostitutas y controlaban las casas de juego, o limpiaban letrinas y pozos negros.

¿Por qué los verdugos llevan máscaras?

No hay duda de que la máscara negra es uno de los distintivos de los verdugos, casi su sello personal. Esto se ideó en la Inglaterra del siglo XVII. Contrario a lo que se pudiera pensar, esto no se hizo para causar temor en sus víctimas, sino para preservar su anonimato y evitar el repudio de las personas.

Antes de ello, los verdugos trabajaban sin taparse la cara, lo cual contribuyó a ese rechazo y señalamiento social del que ya hemos hablado.

Así moría la gente en la Edad Media

En la mayor parte de Europa, el castigo de los ladrones era la horca. Los asesinos, los violadores y los que cometían robos agravados sufrían de crueles tormentos en la rueda. Para los herejes, los sodomitas, las brujas y los pirómanos el castigo era ser quemados en la hoguera, mientras que las mujeres acusadas de delitos contra la religión o la moral, como el adulterio o el infanticidio, eran ahogadas.

Con información de Muy Interesante

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