Sal en exceso debilita al sistema inmunológico

La sal tiene más consecuencias nocivas de las que pensábamos: también disminuye la efectividad del sistema inmune.

En 2013, el gobierno de la Ciudad de México emitió una prohibición fulminante. A partir de ese momento, los restaurantes, fondas y cocinas económicas no podrían poner un salero en las mesas. La medida se presentó como una manera definitiva para contrarrestar la costumbre: en México, como en el mundo, comer sal es una cosa de todos los días.

Incluso desde entonces, las autoridades sanitarias tenían claro que el consumo excesivo de ésta acarrea problemas de salud significativos. A casi 8 años de establecida esta restricción, la tendencia no se ha revertido. Por el contrario: hoy tenemos evidencia científica de que este hábito debilita al sistema inmunológico. En tiempos de COVID-19, este condicionamiento cobra una relevancia distinta.

¿Comer o no comer sal? Ésa es la cuestión.

El problema está en la costumbre: es común que, incluso antes de probar la comida, tomemos el salero para condimentarla. Este acto resulta altamente dañino para las personas que, además de presentar hipertensión a la larga, muestran un debilitamiento significativo en la cantidad de energía que sus células producen.

De acuerdo con el Max Delbrück Center for Molecular Medicine de Berlín, comer sal en exceso suprime la actividad de la mitocondria. Éste el organelo encargado de producir energía. Aparentemente, se ve afectada con irregularidades en el suministro de sodio que el organismo recibe.

Además de afecciones a la presión arterial y de un mayor riesgo de accidentes cardiovasculares, estos hábitos nocivos también impactan a nivel celular al cuerpo. Entre otros de los padecimientos derivados, están la osteoporosis, el cáncer estomacal y diversas enfermedades renales, de acuerdo con la cobertura de Live Science. No son los únicos.

Con información de Muy Interesante

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