Se acaba esperanza de vida para los osos polares

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Con una pérdida diaria de 61 mil kilómetros de hielo en el océano Ártico durante mayo, las posibilidades de supervivencia del oso polar se complican. El carismático mamífero ingresó desde  2008 a la Lista Roja de las especies en peligro de extinción porque el calentamiento global ha derretido el hielo que le servía para descansar en altamar mientras cazaba focas para alimentarse.

 

“Si no hacemos nada para reducir las emisiones de carbono, al final del siglo ya no va haber osos polares. En la Ciudad de México ustedes pueden ayudar usando la bicicleta para transportarse, y usando fuentes de energía renovable que no emiten bióxido de carbono”, dijo a Excélsior Kyle C. Armour, catedrático de la Escuela de Oceanografía del Departamento de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad de Washington. El problema de los osos, dijo, es el calentamiento de la atmósfera que está derritiendo vertiginosamente su hábitat, el congelado océano Ártico, la gruesa capa de hielo que durante muchos siglos fue un continente de hielo, que debe su nombre al vocablo griego Arktikos que significa “cerca del oso”.

 

Rodeado durante siglos de la tierra firme del norte de América, del norte de Europa y del norte de Asia, este continente de hielo fue el indiscutido territorio del oso polar que sirvió también para regular el clima de todo el planeta porque su superficie luminosa sirvió como un espejo —albedo le llaman los científicos— para reflejar los rayos del sol y regresarlos al espacio, defendiendo de ese modo a la atmósfera terrestre del creciente calentamiento actual.

 

Pero fue en septiembre de 2013 cuando una embarcación de carga, el Nordic Orion, recorrió el Paso del Noroeste, el camino más corto entre el océano Atlántico y el océano Pacífico —poco más de 7 mil kilómetros—  para convertir los antiguos dominios del oso polar en un mar como cualquier otro, atravesado por un número creciente de barcos cargueros y de cruceros turísticos. “El combustible pesado (HFO) que usan los barcos en el Ártico produce múltiples impactos en el ambiente marítimo y es peligroso para la salud humana. Las emisiones del HFO incluyen altas concentraciones de carbón y hollín que pueden contribuir al calentamiento global y provocar cáncer de pulmón.

 

Pero cuando se derrama, dijo, las propiedades únicas de este petróleo pesado hacen que se emulsione sobre la superficie del mar haciendo que las aves y los mamíferos marinos también se emulsionen con este combustible que impregna sus alas hasta causarles la muerte.

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