El zapato que crece: la tecnología al servicio del altruismo

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Kenton Lee, un voluntario norteamericano que tras pasar una temporada en Kenia ayudando a niños huérfanos, inventó unos zapatos que crecen: se agrandan hasta cinco tallas y duran unos cinco años. Logró ejecutar la idea fundando su propia organización sin fines de lucro y empezó a enviarlos a algunos países de África. La popularidad que ha alcanzado la causa ha hecho que se plantee incluso hacer un modelo para niños de países desarrollados.

“Un día, mientras iba a rezar a la iglesia, me topé con una niña de unos seis años que llevaba unos zapatos tan desgastados y pequeños para ella, que sus dedos asomaban por la punta. En ese momento se me ocurrió que sería genial tener zapatos que se adapten al crecimiento de los niños, que crecieran una talla a medida que el niño crece. Las consecuencias de ir descalzo en África son terribles, desde parásitos en la piel de los pies y las uñas hasta rasguños que se infectan y pueden acarrear enfermedades”

Cuando regresó a Estados Unidos implementó esta idea, “porque no me sacaba de la cabeza la imagen de los niños descalzos. Yo no soy zapatero ni tengo experiencia en este tipo de negocio, así que decidí que lo mejor sería contactar con gente de la industria”

En cuanto volví a mi casa en Nampa, Idaho, me puse manos a la obra y comencé a poner sobre el papel el diseño del zapato. Llevó su idea a las principales marcas de zapatos de Estados Unidos pero la idea no le interesó a nadie, a pesar de que estaba dispuesto a ceder la patente, no estaba interesado en hacer dinero, sólo llevarla a la práctica.

Ante esto en 2008 creó la organización benéfica Because International como plataforma del “Zapato que Crece” y justo ese mismo año una empresa de zapatos llamada Proof of Concept, que ayuda a causas sociales, aceptó fabricar el primer prototipo del zapato.

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