Por Eugenia Barajas
Que no le tiemble la mano para firmar su renuncia, le dijo el coordinador de los diputados de Movimiento Ciudadano, Clemente Castañeda al que sería el nuevo Fiscal General, Luis Carlos Nájera Gutiérrez, en su comparecencia en el Congreso del Estado reto y compromiso que no aceptó.
En un inesperado comentario, Castañeda leyó ante un sorprendido funcionario y un salón lleno, el texto de una renuncia adelantada, en la que públicamente lo comprometía a firmarla, sí en un plazo de un año no lograba los objetivos asumidos.
«Atendiendo a los compromisos asumidos al inicio de su Gobierno y en un ejercicio de rendición de cuentas, sirva la presente para presentar mi renuncia con carácter de irrevocable como Fiscal General del Estado de Jalisco.
Al inicio de mi gestión en la Fiscalía General, asumí públicamente el compromiso de reducir de manera sustancial los índices delictivos y las tasas de impunidad en los delitos de alto impacto, y proyectamos resultados concretos y el cumplimiento de metas específicas para el primer año de su Gobierno.
Este compromiso lo asumí con usted como Gobernador del Estado, y de cara a los ciudadanos de Jalisco y los diputados del Congreso del Estado durante el proceso en el que se me ratificó como Fiscal General.
Desgraciadamente, a un año de trabajo no hemos logrado abatir la impunidad en los delitos que más lastiman a la sociedad, y a pesar de los esfuerzos realizados, no hemos cumplido todos los objetivos que nos planteamos al inicio de su Gobierno.
Por ello, en un ejercicio de congruencia, responsabilidad y rendición de cuentas, presento mi renuncia como Fiscal General, estando seguro de que su Gobierno será capaz de replantear la estrategia integral de seguridad pública y procuración de justicia, en beneficio de la sociedad jalisciense», así fue el texto que leyó el coordinador de MC.
Y fue más allá, el legislador lo orilló a queda entre la espada y la pared, si aceptaba signar el documento tendría que cumplir en dejar el cargo si no lograba las metas; si la rechazaba, quedaría en evidencia que no tenía la seguridad de cumplir en el encargo, la moneda estaba en el aire.
Pero Castañeda arremetió, «le pedimos que así como no le tiembla la mano para combatir la delincuencia organizada, tampoco le tiemble la mano para firmar su renuncia si no tenemos los resultados esperados», acto seguido se levantó y entregó en propia mano el escrito al hombre que tendría el mayor poder en el estado después del gobernador.
La respuesta de Nájera fue un leve, «los resultados los verán poco a poco» al tiempo que evadía el tema de la renuncia y hacía a un lado el folder amarillo que la contenía.
Momentos después y tras siete ocasiones en las que pidió el voto de confianza a los 20 diputados presentes de tres comisiones, se le quebró la voz, los ojos se tornaron rojos y al borde de las lagrimas, el Fiscal General externó su sentir.
«Lo poco que duermo lo duermo bien, porque cada noche que llego a casa lo hago con la convicción de que hice mi mejor esfuerzo en bien de Jalisco, ojalá que no le apostemos al fracaso de esta fiscalía, yo no lo veo como un puesto de poder, sino darle un servicio al estado. Estoy consiente de la responsabilidad, primero tengo que darle cuentas a mis hijos de los resultados que tengamos en este encargo, a toda la gente que vive en el estado, no es nada fácil, y es una decisión solitaria la que muchas veces tenemos que tomar…»
La ley Nájera se aprobó, fue ratificado en el pleno del Congreso por unanimidad de 38 diputados presentes, después cruzó la plaza de la Liberación para ingresar a Palacio de Gobierno, rindió protesta ante el gobernador, Aristóteles Sandoval, respondió otras preguntas y se quedó con el compromiso de mejorar el papel anterior en la Secretaría de Seguridad y demostrar que todo lo que se hizo para que llegara a ese cargo, no fue en vano.
Aunque hay voces que dicen que no terminaría el año, que un militar lo relevará o que incluso se podría ir a un cargo en la DEA.
