En el Cónclave el Cardenal Sandoval fue el «micrófono de Dios»

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Su potente voz lo convirtió en el “Micrófono de Dios” por dos días al interior del Cónclave en el Vaticano, recuerda el Cardenal Emérito de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, al relatar la anécdota que lo hizo famoso entre los 114 Cardenales que eligieron al nuevo Papa, Francisco.

Por temor a usar aparatos de sonido dentro de la Capilla Sixtina al momento de llevar a cabo el escrutinio de los votos en las rondas de las votaciones y que fueran interceptadas en el exterior y romper la secrecía del evento, le pidieron usar su potente voz y al centro del recinto cantar los votos a favor de uno y otro candidato.

«Por dos días fui el Micrófono de Dios en el Cónclave, por gritar el número de papeletas y el nombre del ganador», recuerda entre risas, «Me dio mucho gusto llenar con mis gritos la Capilla Sixtina, Miguel Ángel la hizo a la medida de mi voz, me decían el micrófono integrado, el megáfono de Dios, me hice muy famosos en el Cónclave”, comenta.

Después de la elección, tras cantar el nombre del sucesor de San Pedro, Sandoval Iñiguez acudió a la cena en Santa Martha y los Cardenales en señal de agradecimiento y de broma le dieron un obsequio.

“Me regalaron esa trompeta, por haber cantado los votos, me llevaron una trompeta de jugarreta para que tocara allí, es algo que va a quedar en los anales del Cónclave”, festinó.

Reveló también Sandoval Iñiguez que había 7 candidatos a Papa en el Cónclave, a los que conocieron durante las Congregaciones.

«Ya sabíamos quién podría ser, preguntaban sobre alguno, como es, que cualidades tiene y tomaban su decisión», expresó.

Al hablar sobre el nuevo pontífice externó que lo conoció y trató, “es un hombre de carácter y disciplinado, que podrá poner orden en las cosas de la Iglesia, ha caído bien, no solo a la cristiandad, sino a todo el mundo, traer un Papa que no sea de Europa da una señal de la catolicidad», justificó.

Y para dejar bien claro que se tenían confianza reveló por último otra de las anécdotas con el Vicario de Cristo.

«Antes de salir al balcón el Papa, me acerqué con él, porque en la comida le había contado unos cuentos y le dije, pues ya no voy a venir a contarte cuentos, no, me dijo, a ver si vienes para no enfadarme».

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